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¿CÓMO COMUNICA CAMBIEMOS?

La manera en que se difunde la información gubernamental es uno más de los múltiples cambios, que trajo consigo la nueva gestión. El nuevo esquema se podría caracterizar, grosso modo y quizás algo prematuramente, como descentralizado e interactivo.

Los ministros tienen un vuelo comunicacional (y político) propio, aunque todo está coordinado milimétricamente desde Balcarce 50. La primicia del levantamiento del cepo cambiario, por ejemplo, estuvo a cargo de Alfonso Prat-Gay y el Presidente se refirió al tema recién algunas horas después. Esto ayuda al Gobierno a demostrar que trabaja en equipo y no le interesa hacer un culto a la personalidad del Presidente. Los muestra, asimismo, como una fuerza moderna, innovadora, ágil y flexible. Muy lejos del verticalismo unidireccional del kirchnerismo, sobre todo en su fase cristinista.

Asimismo, los formatos mediante los cuales se vierte la información oficial permiten un mayor grado de interacción entre el emisor y el receptor. Tras una época de comunicación unidireccional, cuyo prototipo por excelencia eran las tan debatidas cadenas nacionales, viramos hacia un esquema más bidireccional e interactivo con ruedas de prensa con preguntas del periodismo.

La interacción también se verifica en las redes sociales, otra variación con respecto a los años precedentes. CFK usaba las redes, pero bajo la lógica clásica, propia de la comunicación de masas: emisor activo y receptor pasivo. Un informe reciente de Burson-Masteller señaló a Mauricio Macri como el “indiscutido Presidente Facebook” por ser el jefe de Estado con más “engagement” en la famosa red social, una cualidad buscada (y muy valorada) por el equipo de comunicación oficial.

El uso de las cadenas nacionales, que aún no han debutado, será muy esporádico. Cuando hubo conferencias de prensa o anuncios importantes, todos los canales de noticias y las radios importantes la transmitieron, dicen en el equipo de comunicación. Más de eso no necesitamos, razonan.

Asimismo, buscarán tener una relación, según sus palabras, más sana con el periodismo. “Tenemos una cultura política distinta”, agregan. Un sugerente dato color de los nuevos tiempos que corren: en la oficina del actual jefe de Gabinete, Marcos Peña, hay una sola TV y está más apagada que prendida. Todo un giro con respecto a las más de 10 pantallas encendidas full-time de su antecesor en el cargo. “Estaremos pendientes, pero no obsesionados con lo que digan los medios”, explican en el Gobierno.

La narcofuga ofrece algunas pistas para los expertos sobre un capítulo importante de la estrategia: la comunicación en momentos de crisis. El Gobierno mostró una incapacidad para administrar, preservar y jerarquizar la información en un momento de presión. No hubo flujos internos confiables de información ni filtros comunicacionales con el exterior. Quedó en claro que se blindará comunicacionalmente al Presidente. Una similitud con el kirchnerismo. Esto quiere decir que, en momentos sensibles, el Presidente sólo ingresará al acontecimiento de forma positiva: reportando los avances, ayudando a las víctimas o, directamente, notificando la solución del problema.

Para el Gobierno, la narcofuga fue una instancia pedagógica. “Fuimos contagiados por la velocidad de los medios y las redes sociales”, dicen en el Gobierno. “Nosotros no tenemos que dar primicias ni ganarle a nadie”, reflexionan en la Casa Rosada.