Analytica

POBREZA

32,2%: hay índice oficial de pobreza

Por: Observatorio Electoral Consultores.

La publicación del índice oficial de pobreza por parte del INDEC, tras años de apagón estadístico social, merece dos reflexiones políticas. Una se refiere a las estadísticas de la pobreza, y la otra a la pobreza en sí.

Tras años de subestimación y luego ausencia de mediciones públicas, es sin dudas una buena noticia. No se puede abordar el problema, que nadie ignora, sin conocer sus detalles y aspectos principales.

La manipulación de las estadísticas oficiales fue uno de los principales errores políticos de los gobiernos kirchneristas. Todos los réditos que podamos atribuir a esa maniobra (baja de las tasas de interés de los bonos ajustables por inflación, ocultamiento de un dato incómodos, etc.) fueron sin dudas inferiores a su gran costo: la pérdida de credibilidad y la devaluación de la palabra. Tanto es así que pese a que el kirchnerismo terminó su mandato con cifras sociales sustancialmente mejores de las que recibieron en 2003, a los kirchneristas les resulta difícil argumentar en la materia: roto el termómetro, nadie sabe exactamente de cuánto es la fiebre.

Sin embargo, hay que destacar que una sola medición es una suerte de foto, que dice poco de la realidad. Y no permite proyectar hacia atrás, sin cometer errores metodológicos graves. Una de las primeras lecturas que podemos realizar de la publicación de este índice, es su consistencia con los números que produce el Observatorio de la Deuda Social de la UCA. De hecho, el último informe del ODS sostenía que la pobreza alcanzó al 32,6% a nivel nacional. Y a fines de 2015, estaba en 29%. En suma: las cifras oficiales dan legitimidad a un gobierno que prometió transparentar los números del Estado, y también legitiman a un instituto que sostiene que la pobreza aumentó durante el gobierno de Macri.

En cuanto al objeto reflejado, estos números no permiten demasiadas atribuciones de responsabilidades. La magnitud del problema muestra que estamos frente a un desafío estructural y de larga data. Hay más detalles que necesitamos saber: ¿desde cuándo los argentinos son pobres? ¿Cómo son afectados los diferentes fenotipos sociales por los cambios introducidos en la política económica? ¿Cuáles son los sectores que el Estado debe apuntalar para mejorar los niveles de desarrollo social?

Aún cuando la vara de ingreso que pone la medición argentina pareciera ser alta -comparada con otros países de la región, al menos-estos números ponen de manifiesto que se necesita un Estado activo y presente. Ni toda la riqueza que pueda crear el mercado, ni su “derrame”, pueden resolver por sí solas los problemas de la pobreza estructural.

El gobierno de Mauricio Macri no pareciera estar ignorando el tema: si vemos la tabla adjunta, en el proyecto de Presupuesto 2017 la partida de servicios sociales que más crece es la de promoción y asistencia social, con casi 38% de aumento año contra año, muy por encima de la inflación prevista. Y Macri se comprometió –tal vez, asumiendo un riesgo alto- con una baja drástica. Carolina Stanley y Jorge Triaca tienen reservados dos lugares clave de este gabinete. Pero: ¿sabemos exactamente cuáles son los sectores en los que conviene invertir los recursos públicos para combatir más eficientemente la pobreza? Ahora, superado el apagón estadístico, se necesita información más pormenorizada para abordar un objetivo tan complejo.

PRESUPUESTO NACIONAL 2017 (FINALIDAD SERVICIOS SOCIALES)

En millones de pesos

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