Analytica

¿PARO Y COOPERACIÓN?

Dilemas cruzados de la CGT y el gobierno

Por: Observatorio Electoral Consultores.

La gran mayoría de los sindicatos nucleados en la(s) CGT(s), que concentran a más del 80% de los trabajadores sindicalizados, no quiere hacer un paro general contra las políticas del gobierno. Su principal objetivo es mantener posiciones en un contexto político diferente: ya no gobierna el peronismo, ni tienen un Ministerio de Trabajo políticamente alineado con ellos, ni una economía en expansión que estimulaba el consumo.

Mantener posiciones, en este esquema, significa conservar el nivel de empleo formal, proteger el modelo sindical, y evitar una caída significativa del ingreso. Sin un gobierno peronista, saben que no deben esperar avances ni nuevos réditos en esta etapa. Y aún en este marco, tienen un gobierno con el que pueden conversar. Como el que conocieron en la Ciudad de Buenos Aires.

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El macrismo que asume el gobierno porteño a fines del año 2007 nunca se llevó mal con los sindicatos. En rigor, el primer año no fue muy bueno, e incluyó choques con los municipales. Pero rápidamente aprendió que los sindicatos pueden ser aliados en la gestión. Con obvias diferencias de escala, la experiencia puede repetirse. Este gobierno nacional comparte la visión de convivencia estratégica con el sindicalismo tradicional. Se necesitan mutuamente: una relación de enfrentamientos dejaría pérdidas a ambos lados del mostrador.

Pero en esta relación de equilibrio, ambos lados saben que no pueden tirar demasiado de la cuerda. Cambiemos tendría buenas razones para confrontar con los sindicatos: su gobierno es apoyado por empresarios que quieren bajar el costo laboral, su base electoral está nutrida por un sector de la clase media que rechaza a los líderes sindicales, y buena parte de sus economistas en el gobierno se oponen al gradualismo que hoy influye en la gestión macroeconómica. En suma, los líderes sindicales saben que, en un giro de audacia, no sería imposible que Macri opte por un camino de flexibilización y congelamiento salarial. Al mismo tiempo, se trata de un gobierno prudente que no quiere correr el riesgo de conflictividad social, y que sabe que los sindicatos tienen razones para ir por ese camino. Buena parte de los trabajadores formales siente la pérdida de ingresos y estaba esperando un anuncio de rebaja de ganancias por parte del gobierno nacional. Los líderes sindicales tienen que conseguirles algo: aceptaron que no se discuta salarios, y que se lleve el debate al módico plano del bono navideño, porque sintieron que Macri no pensaba moverse de allí. Ahora, deben llevar algo a la mesa para legitimar su tendencia a la cooperación.

Como vemos en esta encuesta realizada en los últimos días de septiembre, la sociedad está partida en dos respecto de un posible paro: 44,9% estaría de acuerdo, y 45,9% en desacuerdo. Pero detrás de esos números, hay una clara división política: más del 70% de los votantes de Macri en el ballotage está en desacuerdo con un paro general, y más del 70% de los de Scioli está de acuerdo. Por eso, las partes deben gestionar su buena relación con cautela, porque detrás de ellos hay demandas y posiciones más favorables al conflicto que al acuerdo. La figura del Papa resultará funcional en esta etapa.