Analytica

PRÉSTAMOS PARA CRECER

El 2016 fue un año de transición en materia monetaria. La salida del cepo, la devaluación inicial y el ajuste de tarifas fue un duro desafío para la nueva cúpula del BCRA cuyo principal y único objetivo es contener la inflación. La tasa de interés pasó a ser el principal instrumento de política monetaria. Habiendo logrado ubicar a la inflación en un sendero descendente, el principal desafío de 2017 es potenciar la intermediación financiera y lograr un salto en el crédito al sector privado que dinamice la inversión.

Con la aceleración inflacionaria devenida de la devaluación, ajuste de tarifas y los rezagos de una política monetaria sumamente expansiva, el nuevo BCRA apostó a una gestión sumamente restrictiva utilizando la tasa de interés como principal instrumento de manera de converger a un proceso de desinflación sostenido. Hasta el momento, los resultados fueron satisfactorios: mientras que en el primer semestre la inflación a nivel nacional promedió 4% mensual, en la segunda mitad del año bajó a 1,5% mensual. Si bien en esta baja hubo mucho “ruido” en cuanto a los ajustes tarifarios que afectaron el índice, la inflación “Core” (esta que excluye los bienes y servicios regulados, así como los productos que son afectados por cuestiones estacionales) también mostró una tendencia declinante aunque menos contundente: de 3,5% en la primera mitad de 2016 a 1,7% en la segunda. Sin dudas el éxito fue en ubicar a la dinámica de precios por debajo de aquella que tenía en tiempos de cepo cambiario cuando promediaba casi 2% por mes.

Afianzado el proceso de desinflación el BCRA fue relajando las tasas de interés aunque, como lo hemos destacado, fue un tanto mezquino pues consideramos que todavía hay espacio para ser más agresivos en el proceso. En un contexto de tasas de interés que superaban con creces la inflación y devaluación esperada, y la recesión se agravaba, el crédito en pesos se derrumbó, especialmente el destinado a las empresas, razón por la que los bancos aumentaron su liquidez. Con el sistema financiero más líquido, las tasas de interés pasivas bajaron más rápido que la de las lebacs (tasa de referencia de la política monetaria) y la brecha entre este instrumento y la de los depósitos a plazo fijo se amplió. Resultado: los depósitos a plazo fijo se estancaron y el sistema financiero apostó al crédito al consumo que tiene la ventaja de ser a corto plazo y a tasas muy elevadas. De esta forma, fueron las pymes las más perjudicadas pues no acceden a los beneficios de la apertura financiera y el financiamiento en moneda extranjera.

La buena noticia es que hacia fines del año pasado, estas cuestiones comenzaron a mejorar.  Si bien la brecha entre las lebacs y PF continúa elevada, la baja en las tasas de interés comienza a trasladarse a las tasas activas que, junto con cierta reactivación de la demanda interna, permiten impulsar el crédito. De hecho, síntoma de una recuperación de la demanda real de dinero, los depósitos en pesos del sector privado en los últimos 4 meses crecieron a 3,2% por mes en tanto que los préstamos al sector privado en moneda local lo hacen al 3,5% mensual. Respecto a estos últimos, como comentamos previamente, los destinados al consumo son los más dinámicos al marcar un alza promedio mensual de 3,7% (5% en el margen) en tanto los destinados a empresas lo hacen al 1,5% (3,9% en el último mes). También se aprecia una importante recuperación en los préstamos hipotecarios que potenciados por los UVA en enero suben al 3,3%, el mejor desempeño de los últimos 4 años.

En un contexto de mejora del nivel de actividad y de la demanda real de dinero, la peor parte del “trabajo sucio” ya se hizo y el crédito en pesos irá consolidando su recuperación. Con la inflación cediendo, si las expectativas acompañan al BCRA en su objetivo de ubicar el alza de precios minoristas en torno al 17% anual, las tasas de interés irán bajando. Para este año esperamos un fuerte repunte del crédito en pesos; el sistema financiero buscará aumentar su rentabilidad a través de mayor volumen de crédito dado que el margen financiero irá en descenso. Así las cosas, el mayor dinamismo del crédito y el blanqueo de capitales serán los principales catalizadores del rebote de la inversión en 2017.

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