Analytica

Extraordinarias.

Por Julio Burdman.

El lunes 11 de diciembre el Poder Ejecutivo firmó el llamado a sesiones extraordinarias en el Congreso de la Nación, que se extenderá desde la fecha hasta el 31 de diciembre. En la convocatoria, aparecen 17 temas, incluyendo las reformas tributaria, previsional y laboral, el Pacto Fiscal del 16 de noviembre (entre la Nación, las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), el Presupuesto 2018 y el Régimen Federal de Responsabilidad Fiscal y Buenas Prácticas de Gobierno; no ingresaron algunas cuestiones que ya cuentan con media sanción en Diputados, como la ley antimonopolios, la reforma de Mercado de Capitales y el régimen de Compre Argentino.

Asimismo, el lunes se conocieron algunos detalles de la composición de las comisiones claves. En general, el oficialismo se aseguró el control de las llamadas «comisiones de gobernabilidad» (Presupuesto, Relaciones Exteriores, Asuntos Constitucionales). En el Senado el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda será Esteban Bullrich, y en Diputados continuará al frente Luciano Laspina. También, cabe destacar que en Diputados el oficialismo se aseguró la mitad de los integrantes de la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Hay que recordar que en algunas etapas caracterizadas por la baja capacidad de implementación del oficialismo en el Congreso (como el gobierno de De la Rúa o el de Cristina Kirchner tras las elecciones de 2009), la oposición había tomado la presidencia en algunas o todas esas comisiones.

En la Cámara Alta se confirmaron las titularidades de los bloques: Miguel Ángel Pichetto quedará al frente del llamado «Bloque Justicialista», de 21 senadores, que copia la denominación de aquél sector «dialoguista no kirchnerista» que conducía Diego Bossio en Diputados.  Ahora, el BJ de la Cámara Baja se amplió y quedó al frente del mismo el diputado Pablo Kosiner (con Bossio como Vice y armador en las sombras). En cuanto al Interbloque Cambiemos -no se fusionaron los bloques PRO y UCR- tiene como nuevo titular al radical formoseño Luis Naidenoff. Los titulares de los bloques PRO y UCR de la Cámara alta son Humberto Schiavoni y Angel Rozas, respectivamente.

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Uno de los temas que ya ha motivado declaraciones de los dos sectores principales es el pedido de desafuero de la senadora Cristina Kirchner que elevó el juez Bonadío. Mientras que el interbloque Cambiemos emitieron un mensaje ambiguo de respeto a los plazos y tiempos institucionales, el bloque liderado por Pichetto emitió un comunicado que contenía una cierta solidaridad con Cristina Kirchner, y una mención a la «persecución política y judicial que pone en suspenso el Estado de Derecho en la Argentina».

Este posicionamiento respecto de Cristina Kirchner por parte del Bloque Justicialista abre diferentes conjeturas. ¿A quién favorecen los procesamientos y las preventivas de Bonadío en una causa que ha sido muy criticada por la comunidad académica del derecho, y que la mayoría considera insustancial? A Cristina Kirchner la mantiene en primera plana, pero no por las buenas razones: la voz pública y opositora de la ex presidenta se ve opacada por su situación «judicializada», que luce como su problema principal. Definitivamente, a Cristina Kirchner todo esto la perjudica, y bastante. Por otra parte, ella queda dependiente de que los senadores justicialistas mantengan su posición, ya que si no se unen dos tercios de la Cámara, no puede ser desaforada (el proceso continúa pero ella no puede ser detenida preventivamente, como ocurrió con Zanini, De Vido, Boudou y otros). Cosa que no le resulta agradable a la ex presidenta. Y si bien todo este ruido pareciera entrometerse en toda la etapa de negociaciones claves de este mes de extraordinarias, también es cierto que el bloque «pichettista» se ve unificado en el contexto de la solidaridad.

En suma: en un momento en que el kirchnerismo sufre retrocesos dentro del universo peronista -pierde las elecciones del 22 de octubre, pierde el liderazgo del PJ bonaerense, y sufre escisiones en sus bloques legislativos- el efecto inmediato de este episodio de judicialización de la política dispuesto por Bonadío fue un momento de reposicionamiento algo forzado -y opacante- de CFK en la discusión pública, y al mismo tiempo una excusa para la unificación del sector justicialista que responde a algunos gobernadores. Nada de ello pareciera complicar las chances de que el oficialismo coseche una buena cantidad de leyes en las extraordinarias. Más bien, lo contrario.