Analytica

Los intendentes del conurbano, entre la economía y los «cuadernos».

Por Julio Burdman

Los recientes sondeos de opinión en las secciones Primera y Tercera de la provincia de Buenos Aires arrojan un dato que, en una primera mirada, luce sorprendente: las tendencias cambian, pero los intendentes siguen igual.

En general, los votantes vienen insatisfechos y frustrados con la situación económica. Dicen que están peor que antes, que consumen menos, y no ven que la cosa vaya a mejorar en lo inmediato. La consecuencia inevitable de este proceso ha sido la caída de popularidad del presidente Macri y, en menor medida, de la gobernadora Vidal. Y a lo largo de los últimos meses, en una cierta recuperación de la imagen de Cristina Kirchner y otros líderes opositores. Ahora, el caso de los «cuadernos Gloria» agrega una nueva incertidumbre. Porque más que un caso, se trata de un «disparador de casos». La prueba física desapareció (el aparente autor dice que los quemó) pero el fiscal ya decidió que va a investigar todo su contenido, lleno de datos e implicancias. Toda la dirigencia puede sufrir, pero el grueso de la munición judicial irá contra la plana mayor de los gobiernos kirchneristas. El gobierno está asediado por la economía y el sector con más votos de la oposición quedó en la mira de un juez que puso el dedo en el gatillo.

En este contexto, el dato de que los intendentes no estén sufriendo cambios en la misma medida merece una consideración. Los gobernantes municipales, en especial los que venían siendo bien evaluados, siguen arriba, constantes. Los votantes parecen estar atribuyendo los problemas al nivel nacional del gobierno, no al local.

Esto no llama la atención en lo que respecta a los intendentes del peronismo, que están en la oposición. Hay casos y casos, pero -siempre hablando en general- podemos decir que los votantes apuntan sus dedos acusadores hacia otro lado. Lo novedoso es que también siguen constantes las popularidades de muchos intendentes conurbanos de Cambiemos. Que han pasado a tener, en sus distritos, mejor imagen que sus «jefes políticos», que son Macri y Vidal.

Varios de estos intendentes llegaron al gobierno municipal a fines de 2015 con la insoslayable ayuda del arrastre electoral. En el marco de la elección presidencial entre Macri, Scioli y Massa, y de la elección a gobernador entre Vidal y Aníbal Fernández, muchos candidatos de Cambiemos que tenían poca o nula trayectoria en sus municipios destronaron a líderes peronistas con décadas de hegemonía municipal. Usufructuaron de la polarización que existía en el nivel superior de la política.  Algunos, como Valenzuela -Tres de Febrero- o Grindetti -Lanús- venían de formar parte de la gestión porteña del PRO.

En estos más de dos años de la era Cambiemos, los intendentes del oficialismo se beneficiaron de un fenómeno que, aparentemente, está resultando más redituable para ellos que para el presidente o la gobernadora: las obras de infraestructura y embellecimiento urbano que se realizaron en las ciudades y localidades bajo su mando. El gran historiador de la Antigua Roma, Paul Veyne, denominaba «evergetismo» a la política magnánima de hacer obras de mejoramiento de las ciudades. Que dejaban contento al pueblo y, de esa forma, llevaban a consolidar el poder de Roma. Pero en la Argentina de 2018, ¿las obras ayudan más a los intendentes que a Roma? Todo indica que sí: los vecinos de los municipios están  agradeciendo más a los intendentes por las obras que a las autoridades nacionales o provinciales.

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Esta conciencia de parte de los intendentes de que tienen un «reservorio de popularidad» explica el interés de algunos por desenganchar las elecciones municipales de las nacionales y provinciales. No todos opinan igual. Pero hay momentos en que el arrastre desde arriba es una ayuda, y otros en que es un problema. Y también, explica por qué los intendentes se sienten confiados en sus posibilidades. Esta tendencia anticipa una tensión que se va a producir en todos los espacios políticos. Tanto en el peronismo, en sus diferentes variantes, como en Cambiemos, los políticos fuertes en los municipios van a querer tener más influencia en el armado de las listas electorales. Y, eventualmente, tener el protagonismo de la política provincial.