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ANTES INGLATERRA, ¿AHORA CHINA?

En el actual escenario de incertidumbre frente al desenlace del conflicto que mantiene Argentina con los holdouts, China aprovechó para profundizar sus relaciones con nuestro país. Como señalamos previamente (ver “Adelanto de proveedores”, Stock or Go #5) el swap por USD 11.000 M firmado entre el Ministerio de Comercio chino y el BCRA no refuerza las reservas en un momento de tensión por los futuros pagos de deuda sino que busca asegurar y ampliar el intercambio comercial con el gigante asiático. Una mayor presencia china en nuestra economía no significa una mejora per sé ; hasta ahora por el contrario, profundiza el rol de exportadores de materias primas.

Desde 2008 el déficit comercial con China creció año tras año. En 2013 alcanzó USD 5.500 M y fue el país con quien se tuvo el intercambio más desigual. En los últimos años las exportaciones a ese destino se estancaron, dependiendo principalmente del precio del poroto de soja mientras las importaciones continuaron creciendo. La tendencia para 2014 se mantiene; en los primeros cinco meses el déficit fue por USD 2.500 M (USD 1.000 M más que con EE.UU), superior al registrado por ejemplo en todo 2010. Con el resto de los BRICS, excepto con Brasil con quien el déficit comercial se redujo por el freno a las importaciones, la situación es similar. El déficit con Rusia va en aumento por la crisis energética (+100% en 2013), mientras el superávit con India y Sudáfrica se reduce (26% y 36% respectivamente en 2013).

El intercambio comercial con China también es muy desigual en cuanto al tipo de productos. Del total de exportaciones argentinas, 60% son productos primarios y 30% manufacturas de origen agropecuario (MOA), principalmente poroto y aceita de soja. En tanto, China coloca en su mayoría bienes de capital (26%) y sus piezas y accesorios (35%), bienes intermedios (22%) y bienes de consumo (16%). Así las cosas, Argentina le exporta productos sin procesar y con bajo desarrollo tecnológico mientras importa maquinaria y bienes con un mayor valor agregado.

Junto con el convenio por el swap de monedas también se acordaron dos préstamos para financiar importaciones de China. Uno por  USD 2.009 M para la compra de locomotoras, vagones de carga y vías y otro por USD 423 M para la compra de embarcaciones. Está claro; China busca en la Argentina una economía donde colocar su producción manufacturera y a su vez un proveedor de materias primas. A simple vista, nada muy distinto al tipo de relaciones que se mantenían con Inglaterra a fines del siglo XIX.

De todas formas, las relaciones con China siguen teniendo un enorme potencial que Argentina puede aprovechar. En el país asiático viven casi 1.400 millones de personas que con el crecimiento de las últimas décadas han aumentado y diversificado su consumo. De esa forma, profundizar el intercambio con China puede permitir ampliar las exportaciones de materias primas y manufacturas de origen industrial. Y a su vez aprovechar la expansión de las clases medias altas y altas para incentivar el turismo y la venta de productos diferenciados.

Al mismo tiempo, China puede cumplir un rol fundamental en la financiación de proyectos de inversión que permitan en los próximos años revertir la década perdida en infraestructura. Ya dio pasos importantes en esa dirección. El gobierno firmó un convenio por USD 4.714 M para la construcción de la represa Nestor Kirchner en Santa Cruz. Y a su vez, el Banco de Desarrollo chino se comprometió a aportar instrumentos financieros para el desarrollo de la industria hidrocarburifera argentina; nadie se quiere quedar afuera de Vaca Muerta.

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