Analytica

¡Qué nivel!

Ante el amesetamiento que muestra la actividad económica desde el segundo semestre de 2018, cuando miramos la recuperación de este año y la proyección de cara a las elecciones decimos “¡Qué nivel!”. Pero en realidad, no es más que el producto recuperando (apenas) parte de lo perdido desde la crisis de 2018.

De ahora en más, hasta las elecciones, se juega el partido relevante que depende de: i) la postura de la política económica, i) los ingresos reales y el crédito sobre el consumo. Teniendo en cuenta algunos interrogantes que plantea la agenda, no vemos empuje de la inversión ni tampoco de las exportaciones (que ya recuperaron su nivel y demoran algunos años en reaccionar para quebrar la tendencia).

Los datos adelantados de junio de cemento y producción automotriz, con caídas fuertes, nos hacen pensar que la tranquilidad cambiaria que permitió recuperar parte de lo perdido a principio de año, no tenga una continuidad fuerte de cara al segundo semestre. No creemos que la recuperación de los salarios, de existir, pueda compensar la caída de crédito y en el mejor de los casos la economía se mantendría estable. En tanto, un nuevo episodio de volatilidad cambiaria podría echar por tierra lo poco que se ha venido recuperando. El esquema es de una fragilidad inusitada.

Ahora bien, si comparamos este escenario con la previa de las elecciones de 2015, los resultados no lucen alentadores para el oficialismo. En este informe te mostramos los detalles.

Algunos trascendidos sugieren que Jefatura de Gabinete les pide a los candidatos oficialistas que “no hablen de economía”. Creemos que hacen bien.

A modo de conclusión

En resumen, ni la comparación respecto a igual mes del año anterior ni las variaciones mensuales nos permiten ser muy auspiciosos para con la evolución de la economía en la previa de las elecciones; máxime si tenemos en cuenta como se llegó a las presidenciales de 2015. Sólo observamos la paz del cementerio. Quizás con eso y algún elemento de marketing político le alcance al oficialismo. Eso dependerá, cómo siempre en la historia moderna de la Argentina, de la voluntad popular.

Desde nuestro punto de vista, el nivel no es más que el resultante de la ausencia circunstancial de malas noticias en un programa que fue diseñado a todas luces para buscar la estabilidad dispensando el nivel de actividad. No es poco teniendo en cuenta el pasado reciente, pero tampoco parece alcanzar. Los números dan ajustados y nadie tiene la justa.