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Definiciones moderadas de Alberto Fernández y su equipo.

por Julio Burdman.

A partir de la indubitable primaria del 11 de agosto, todas las miradas se han posado sobre Alberto Fernández y sus posibles acciones de gobierno. Lo que diga el candidato virtualmente electo tiene más peso sobre las expectativas económicas que las mismas decisiones administrativas del presidente Macri. Sus definiciones sobre las LELIQ, el precio del dólar, la relación con el FMI y la deuda por vencer han sido, en gran medida, los parámetros que ajustaron los precios del mercado.

En este marco, cobraron particular importancia dos fuentes de información. Una son las palabras de sus referentes en materia económica y candidatos a ocupar cargos relevantes en la próxima gestión (Guillermo Nielsen, Emmanuel Álvarez Agis, Cecilia Todesca, Martín Redrado, etc.). La otra, bastante obvia, son las manifestaciones públicas del propio Fernández. Recientemente, en el marco de una presentación organizada por Clarín, el postulante de TODOS dijo muchas cosas relevantes. Y que lo pintan como un dirigente con una actitud moderada frente a los desafíos que le tocarán.

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En un desayuno con empresarios, Nielsen dio algunas ideas acerca de lo que podría ser un tratamiento de la deuda en la primera etapa de Alberto Fernández. Sostuvo que los únicos interrogantes giran alrededor de la capacidad de pago de la Argentina y no de su voluntad, a la que describió como «total». En ese sentido, están siguiendo de cerca las reservas de libre disponibilidad y las LELIQ («la principal bomba de tiempo que deja Macri»). Y sobre un escenario de renegociación, sostuvo que el horizonte sería un cambio de bono por bono y no una quita. Apenas asuma Alberto Fernández, funcionarios del área económica del nuevo gobierno organizarán un viaje a Estados Unidos para transmitir esa idea al gobierno de Trump y los bancos tenedores de bonos.

La apuesta económica general del gobierno fernandista, una vez equilibrada y estabilizada la macro y despejadas las dudas sobre la deuda, tendrá dos ejes: Vaca Muerta (con el objetivo final de convertir a la Argentina en un exportador energético) y un plan de competitividad, que incluiría reformas impositivas y -en la medida que los sindicatos las avalen- laborales. En ese marco, Nielsen agrega que Alberto Fernández no discrepa con la política de acuerdos comerciales y acceso a la OCDE que impulsó Cambiemos, aunque sabemos que el justicialismo será más partidario de mirar la letra chica de los acuerdos y no afectar los intereses de los empresarios nacionales. Hoy, de todos modos, la sombra que se cierne sobre el acuerdo MERCOSUR – UE son las tensiones políticas que genera el gobierno de Bolsonaro con los países europeos (ahora están los incendios en el Amazonas en primer plano, pero no es lo único que genera ruido).

Las definiciones de Fernández en el Seminario Clarín fueron menos explícitas, porque la política que promueve el candidato del Frente de Todos es hablar poco. Sin embargo, descartó el default y subrayó lo de la ausencia de quita (en la línea de Nielsen), habló de acuerdos para combatir la inflación, y se posicionó como un presidenciable consciente del peso de la coalición que lo circunda, pero a la vez autónomo en su toma de decisiones. Y todo eso lo hizo en una convocatoria hecha por Clarín, en la que reconoció haber tenido un encuentro reciente con su titular, Héctor Magnetto. Nada menos.