Analytica

JAQUE MATE AL EMPLEO

Los últimos datos disponibles confirman que el desempleo no baja. En el cuarto trimestre de 2013 la tasa fue de 6,4%, arrojando un promedio de 7,1% en el año, en porcentajes similares a los de 2012. El estancamiento laboral se da a pesar del mayor crecimiento de 2013 y del menor número de trabajadores buscando empleo. La economía ya crea incluso menos empleo que en la crisis de 2009, y las perspectivas para 2014 no son mejores.

El año pasado se crearon apenas 123.000 nuevos empleos, 6,6% menos que un año atrás. Ya a fines de 2011 planteábamos “(ver Analytico #135, “2012: el desafío del trabajo”) que la menor demanda laboral de la industria encendía una luz de alerta. Entre 2003 y 2007 la fuente principal de los nuevos puestos de trabajo había sido el sector manufacturero pero desde 2008 ese lugar lo ocupa el Estado. El cambio en parte se explica por el atraso del tipo de cambio que estimuló la incorporación de tecnología (en detrimento de puestos de trabajo) y el bajo crecimiento de la producción en los últimos años.

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En 2012 la industria perdió 36.000 empleos, mientras en la primera mitad del año pasado, principalmente por el buen desempeño del sector automotriz, la cantidad de ocupados volvió a crecer. De todas formas, la caída en la producción industrial durante el segundo semestre (-1,4% i.a.) permite estimar que 2013 cerró sin aumentos. Por caso, el empleo en blanco se mantuvo constante (+0,6%i.a.). Para este año las perspectivas no son mejores: en enero la actividad industrial continuó en caída (-2,6%i.a.) y difícilmente cambie la tendencia en los próximos meses en un contexto de descenso de la demanda interna (fundamentalmente en bienes durables) y el freno a las importaciones.

A su vez, la construcción, otro de los principales demandantes de mano de obra también dejó de traccionar, principalmente como consecuencia del cepo cambiario. Luego de alcanzar un pico en 2011 su actividad se contrajo en 2012 hasta volver a sus niveles previos el año pasado, gracias al repunte de la obra pública y a una leve recuperación de la inversión privada. Sin embargo, no fue suficiente para que vuelva a crear empleo; durante los últimos dos años la cantidad de trabajadores en el sector se mantuvo constante y los empleados registrados cayeron 14%, dando cuenta de un aumento en la precarización laboral. En los próximos meses no se puede esperar un comportamiento diferente; el sector no tendrá el impulso de la obra pública y, a su vez, la devaluación volvió a encarecer las viviendas particulares frenando la construcción de nuevos proyectos.

En resumen, este año lo más probable es que el sector privado expulse mano de obra. En un escenario de estancamiento de la actividad con alta inflación (estanflación), las empresas buscarán mantener su rentabilidad a pesar del aumento en el precio de los insumos y la caída en el volumen de las ventas. Así, es esperable que busquen bajar los costos fijos, reduciendo la dotación de personal. En consecuencia, uno de los principales desafíos del gobierno en 2014 es impedir la destrucción de puestos de trabajo. En este caso como mediador entre empresarios y trabajadores dado que a diferencia de años anteriores, el rojo fiscal –tanto provincial como nacional- limita la capacidad del estado de seguir absorbiendo recursos.

Los sindicatos son conscientes de esa situación pero enfrentan un equilibrio muy delicado porque la aceleración inflacionaria está erosionando el poder adquisitivo de los trabajadores a un ritmo preocupante. Antonio Caló, el titular de la CGT oficialista, ya dejó en claro que va a “priorizar el salario y los puestos de los trabajadores», al referirse a las negociaciones en las próximas paritarias. En ese marco, difícilmente la mayoría de los trabajadores consiga aumentos por encima de la inflación, dando lugar a una caída en su poder de compra. El necesario reacomodamiento de los precios relativos (tipo de cambio, inflación, tarifas de los servicios públicos) ya está teniendo un costo elevado en el bolsillo de los trabajadores, quitándole dinamismo al consumo. Si a eso se suman menores niveles de empleo, se producirá un efecto aún más contractivo sobre la demanda.