Analytica

MÁS INFLACIÓN = MÁS DESEMPLEO

Las consecuencias de una política económica que tolera tasas de inflación elevadas son cada vez más remarcables. La mala performance de la inversión en los últimos años impacta en forma creciente en el mercado laboral. Además de la caída del salario real, se acelera la destrucción de empleos y crece la desocupación, lo que deprime aún más los ingresos de las familias. De este modo, sin recuperar la inversión, el empleo seguirá en baja y la recesión se profundizará.

De acuerdo al INDEC, en el tercer trimestre la tasa de desocupación (personas que quieren trabajar y no lo encuentran) se ubicó en 7.5% de la Población Económicamente Activa (PEA, que recordemos que se refiere a la población que está en condiciones de trabajar y quiere hacerlo, con lo cual se conforma de ocupados y desocupados); este porcentaje creció 0.7% respecto del mismo trimestre del año pasado. Además, la tasa de empleo bajó a 41.3% de la PEA, 1.3 pp menor a la de un año atrás.  La tasa de empleo incluye personas que tienen al menos una ocupación trabajando como mínimo una hora por semana y se integra por trabajadores con empleo pleno –trabajan 35 horas por semana- como las subempleadas –trabajan menos de 35 horas semanales). Más preocupante aún es que la tasa de subocupación subió a 9.2% (vs 8.7% en el tercer trimestre del año pasado) impulsada por el incremento en la subocupación demandante (personas que trabajan menos de 35 horas semanales pero querrían trabajar más horas) que pasó de 5.8% a 6.3%. De todo esto se deriva que la tasa de ocupación plena bajó de 88.4% a 88.2% de la PEA.

¿Qué hay detrás de estos resultados? En primer lugar, y fundamental, que se acelera la destrucción de empleo pleno. Como se puede ver en el cuadro, extrapolando la muestra de la población del INDEC al total de población urbana (38.4 millones de personas) podemos ver que el número de personas empleadas se redujo en 433 mil personas (-2.3% i.a). Como el subempleo subió en 63 mil personas, esto implica que la caída de empleo pleno ascendió a 495 mil personas (-3.3% i.a.). Pese a esta muy mala performance, los desocupados aumentaron sólo 90 mil personas. La clave de este resultado es que el INDEC calculó una caída en la PEA de 340 mil personas. Dicho de otra manera: las personas que dejaron de trabajar no están buscando trabajo o no lo quieren hacer.

Como venimos insistiendo, de acuerdo a Analytica esto no refleja la realidad del mercado laboral. Concretamente, en un contexto en el que los salarios reales caen y donde se destruyen puestos de trabajo, consideramos que no es probable que la PEA disminuya. En consecuencia, un primer ejercicio es suponer que se mantiene la PEA del tercer trimestre del año pasado. Como la población creció (lo hace a razón de 1,1% por año), la cantidad de personas que conforman la PEA sube casi 200 mil personas. Debido a que el empleo cayó en 433 mil personas, con la PEA de 2013 el número de desocupados habría aumentado en 630 mil personas. Conclusión: la desocupación al tercer trimestre, no hubiese sido de 7.5% sino de 10.4%. Si consideráramos que la PEA sube (como debería ser lo más probable) la tasa de desempleo rozaría el 11%.

Aunque no es un nivel “crítico”, vale remarcar que el progresivo deterioro del mercado laboral en los últimos años, echó por tierra el “sueño del pleno empleo”, con consecuencias directas en el empeoramiento de la foto social. Esta tendencia no es nueva sino que es un proceso que se registra desde 2007. De hecho, el principal logro del kircherismo fue la notable caída de la desocupación, que bajó desde 20% de fines de 2002 al 8.4% en 2007 (cayó a razón de 2.25 pp  por año), resultado explicado por el notable crecimiento del empleo, que aumentó casi 6% por año; más notable aún fue que el empleo pleno lo hizo al 9.4% anual. Detrás de esta performance estuvo la inversión, que promedió un crecimiento del 25% anual. Esta dinámica virtuosa se completó con una muy significativa recuperación del salario real (aumentaron 6% por año), generado un crecimiento anual de 9% del PBI en el período inmediato de la post convertibilidad.

En el primer mandato de CFK, con la inflación subiendo al 20%, la primera víctima fue la inversión, cuyo crecimiento promedio se redujo a menos de 9% al año. Ante este nuevo contexto, la creación de empleos se moderó a sólo 1.6% anual (1.8% el empleo pleno) y los salarios reales lo hicieron al 1.3%. No sorprende entonces que el crecimiento del PBI se haya reducido al 5% anual.

En la segunda presidencia de CFK, con cepo, inflación y una creciente distorsión de precios relativos, la inversión profundizó el deterioro, cayendo 3% al año; ergo, la creación de empleos se estancó, la desocupación volvió a subir y  el salario real apenas se movió. En 2014 se profundizan estas tendencias contractivas, con caída del empleo cercana a 3% y del 7% en los salarios reales.

En definitiva, mientras que el gobierno no resuelva el problema inflacionario que genere un shock de inversiones, el mercado laboral seguirá deteriorándose. Con menos empleo, los salarios ya no podrán ganarle a la inflación y de este modo, el consumo y el crecimiento seguirán en caída.

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