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LAS ESTRATEGIAS PARA EL 22

En menos de 20 días, se celebrará el primer balotaje presidencial de la historia argentina. Los argentinos volverán a entrar al cuarto oscuro y encontrarán sólo dos boletas cortas. Por un lado, la de Daniel Scioli y Carlos Zannini (FpV) y, por el otro, la de Mauricio Macri y Gabriela Michetti (Cambiemos). ¿Quién ganará? Si ambos mantienen, como es probable, sus caudales electorales del 25-O (Scioli parte con una leve ventaja de 700.000 votos), se impondrá el que capte la porción mayoritaria de los 7 millones de votos que fueron a las otras cuatro fuerzas que compitieron el 25-O.

Al interior de ese universo, el gran cofre a conquistar son los 5,2 M de votos que fueron a Sergio Massa. Por eso, uno de los análisis de la hora gira en torno al destino final de esos votantes. Más allá de los guiños hacia Cambiemos por parte de los máximos referentes del Frente Renovador (FR), no es fácil predecir el destino final de esos votos y todavía queda un tramo largo de campaña para que los votantes renovadores decidan a quién elegir. Hoy, cualquier análisis concluyente puede resultar errado.

Por este motivo, el fenomenal traspié de las encuestas, el hecho de que se trata de una nueva elección y la creciente complejidad para avizorar las oscilaciones del votante argentino, es recomendable no anticiparse ni “comprar” climas triunfalistas antes de tiempo. Hay que esperar.

Luego de la primera semana en la que ambos se recuperaron de los shocks (positivo para Cambiemos y negativo para el FpV), los candidatos delinearon sus nuevas estrategias.

Tras una semana complicada para el FpV (con pases de facturas, cuestionamientos y críticas internas, una rareza para una fuerza cohesionada como el kirchnerismo), Scioli se repuso del golpe y lanzó su nueva estrategia con varios vectores.

Por un lado, como indica el manual, intenta “tomar” elementos de la agenda opositora (y, sobre todo, de Massa): suba del Mínimo No Imponible (MNI) para la cuarta categoría del impuesto a las ganancias a $30.000 mensuales y eliminación de las retenciones a las economías regionales y los principales cultivos. En rigor, ya las había anunciado antes del 25-O. Pero ahora sumó dos nuevas (y quizás prepare más para los próximos días): 82% móvil para las jubilaciones mínimas y el envío de fuerzas federales para cuidar las fronteras para frenar el narcotráfico.

Por el otro lado, buscará instalar el miedo y los peligros para la sociedad de lo que él y sus voceros denominan “la nueva Alianza”, intentando emparentar a Cambiemos con el Gobierno fallido de Fernando de la Rúa. La efectividad de esta campaña, sin embargo, es dudosa.

Asimismo, hará una campaña, a lo Macri, más cercana a la gente: habrá menos actos y más caminatas por las calles y más contacto con “los vecinos”.

Macri, por su parte, no cambiará mucho su estrategia: como indica el manual, tiene que seguir haciendo lo mismo. El FpV logró, cuanto menos, ponerlo a la defensiva y lo obligó a tener que defenderse de los embates que lo intentan emparentar con el neoliberalismo. Macri debe, por lo tanto, llevar tranquilidad a la población y, como está haciendo, decir que el ajuste ya lo hizo el kirchnerismo. Cerca suyo, sin embargo, creen que “la campaña sucia” del FpV (“oscura”, como la denominó el propio Macri) los fortalece porque muestra la desesperación del oficialismo, y sobre eso insistirán. Confían en que más del 60% de la sociedad pretende un cambio y que Macri logrará representar ese sentimiento el 22-N.