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EL BOSQUE DETRÁS DEL ÁRBOL

La recaudación tributaria se desacelera y enciende luces amarillas. El Tesoro comienza a sentir el costo de las reformas impositivas de los últimos meses y de la caída del nivel de actividad. Si bien la salida del default le permitirá abrir las puertas del financiamiento, no será gratis ni podrá esquivar un ordenamiento de las cuentas públicas. El gobierno deberá especificar con más claridad los pasos necesarios para alcanzar su meta fiscal y poner a las cuentas públicas en un sendero estable que permita esquivar  los errores del pasado.

Concretamente, en febrero la recaudación tributaria aumentó 26% i.a., 8 pp menos que en enero y muy por debajo del 32% i.a. que marcó la inflación minorista. Si bien parte de este resultado lo explicó la desaceleración en los ingresos por el Impuesto a las Ganancias -tras la suba del mínimo no imponible-, el menor dinamismo es generalizado. La peor noticia la aportó la recaudación por IVA que tuvo un alza de apenas el 22% i.a., síntoma de la caída del consumo. Comercio exterior, en cambio, resultó impulsado por el salto en el tipo de cambio oficial (de casi 80%).

Otro de los aspectos destacados del resultado de febrero fue que el déficit comercial estaría aumentando dado que las exportaciones vienen cayendo más rápido que las importaciones. De hecho, pese al fuerte repunte en la recaudación por aranceles e IVA Aduana, medido en moneda extranjera marcan caídas del 2% i.a. y 19% i.a. respectivamente en tanto que los derechos por exportación bajaron más del 55% i.a. Así las cosas, proyectamos que en febrero el déficit comercial habría llegado a USD500 M, acumulando en los primeros dos meses del año un saldo negativo de USD650 M.

Con el resultado de febrero, en los primeros dos meses del año la recaudación tributaria aumentó 33% i.a. impulsada principalmente por el repunte en los ingresos de comercio exterior favorecidos por la devaluación. Del lado opuesto encontramos al IVA que creció apenas 23% i.a., 12 pp menos que en el último trimestre del año pasado.

En este contexto en el que a la recaudación le cuesta crecer por encima de la inflación le pone más presión al gasto público. Recordemos que hasta noviembre del año pasado (último dato disponible) el gasto primario subió a un ritmo del 35% i.a. lo cual derivó en el peor resultado fiscal de los últimos 30 años. Si bien el gobierno anunció quita de subsidios para moderar el déficit fiscal, con la dinámica que está mostrando la recaudación y las subas en el gasto anunciadas recientemente (jubilaciones, AUH y las paritarias de estatales) aumenta la necesidad de llevar el ajuste a otras partidas. Partiendo de un déficit primario  (sin ingresos del BCRA y de la ANSES) de más de $250.000 M, si el gasto crece a la par de los ingresos, el déficit primario escalaría a más de $420.000 M que con el pago de intereses superaría los $600.000 M, más de 8% del PBI.

Así las cosas, si bien la salida del default es un paso tan importante como necesario para retornar a los mercados financieros internacionales y estabilizar el mercado de cambios, el gobierno deberá redoblar sus esfuerzos por mejorar la dinámica de las cuentas públicas. La sintonía fina que intenta hacer el gobierno dependerá de la dinámica que le imprima al gasto y del éxito que obtenga en reanimar el nivel de actividad.

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