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EL ETERNO RETORNO DE LA «CUESTIÓN SOCIAL»

La “cuestión social” está, nuevamente, en un lugar que nunca debió haber abandonado: en el centro de la escena. Sobran los motivos. La inflación se aceleró y marcará en el mes en curso un registro mensual temerario; el empleo tambalea (aunque todavía, y pese a la falta de estadísticas, no hay evidencia de una suba sensible en el desempleo); el salario real ajusta para abajo y los nuevos sueldos no llegan; la economía está cayendo y no hay grandes medidas compensatorias para los deciles más bajos, aunque hay algunas (por ejemplo, la posibilidad de pedir una “tarifa social”).

Varios elementos contextuales, como los #PanamaPapers o la difusión de videos en los que se va a “amigos” del Gobierno anterior contando cantidades obscenas de dinero, contribuyen a generar un caldo de cultivo social espeso. En épocas de vacas flacas, estos temas “pegan” más.

No casualmente el Presidente reunió el sábado pasado a su “gabinete social” en Olivos y envió, él mismo y sus ministros, unos días antes, señales de distensión: “No habrá más aumentos en 2016”. El Gobierno entra, expirada la luna de miel, es un terreno más delicado.

El buen dato, a diferencia de otras épocas cercanas, es que el Gobierno “escucha” y lanzará un conjunto de medidas para atender la “cuestión social”: inversión en primera infancia, obras en el conurbano, ampliación de la AUH para hijos de monotributistas y el proclamado proyecto para eliminar el IVA a ciertos bienes de la canasta básica para un amplio universo, entre otros.

La llegada de los nuevos sueldos, la suba del MNI y, sobre todo, la esperada reducción de la inflación en el segundo semestre ayudarán, junto a las medidas sociales antes aludidas, aunque serán “parches” y difícilmente ayudan a sacar la “cuestión social” de la agenda. La gran apuesta debe ser aumentar el empleo privado de calidad, la gran vara para medir el éxito (o no) de determinado set de políticas macroeconómicas.