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UN GOLPE DE SUERTE

La debilidad reciente del mercado laboral americano deprimió las chances de una suba en las tasas de interés de referencia y pone en jaque la estrategia de comunicación de la Reserva Federal. Si bien esto aumenta la volatilidad, los mercados emergentes festejan la mayor liquidez, la debilidad del dólar y el repunte en el precio de las materias primas.

Con el buen dinamismo que mostraron los indicadores de consumo privado, el repunte de la inflación (la “core” continúa por encima del 2% i.a.) y la caída en la tasa de desempleo, durante mayo los mercados comenzaron a anticipar la segunda suba de tasas de interés de la FED (la primera fue en diciembre del año pasado cuando pasó 0.25% a 0.50% luego de siete años sin cambios. Estas perspectivas se potenciaron con las declaraciones de la titular de la FED que dejó entrever que en la reunión del próximo 14 de junio el Comité decidiría volver a subir la tasa. Sin dudas, esto interrumpió la recuperación que venían mostrando los mercados desde fines de enero, lo cual derivó en caída de las bolsas, apreciación del dólar a nivel global y suba del riesgo país en los mercados emergentes. Incluso las Minutas que publicó la misma FED destacaban la fortaleza que venía mostrando el mercado laboral y la creación de empleo, en un contexto financiero global con menor turbulencia.

Pero este escenario cambió el último viernes tras la publicación de los datos de empleo de mayo que mostró un desempeño mucho peor al previsto. Concretamente, durante mayo se crearon apenas 38.000 puestos de trabajo, la peor performance de los últimos seis años y muy por debajo de los casi 160.000 que esperaba el mercado. Como si fuera poco –y como es habitual que revise la cifras históricas- el dato de creación de puestos de trabajo de abril fue revisado a la baja a 123.000 (60.000 menos a la estimación previa).

El pobre resultado estuvo explicado principalmente por el sector privado que sólo creó 25.000 puestos de trabajo, muy por debajo del promedio de 211.000 por mes entre mayo de 2015 y abril de 2016. La baja fue generalizada, con destrucción neta en la construcción (15.000) y en la industria manufacturera (11.000) mientras que en servicios se crearon 61.000 empleos, un tercio de lo que lo venía aumentando.

La sorpresa del informe fue que, pese a la muy baja creación de empleo, la tasa de desocupación cayó de 5.0% hasta 4.7%, la menor desde noviembre de 2007. Esto fue posible dada la baja en 458.000 personas de la población económicamente activa que llegó a 62.6%, la más reducida de las últimas 4 décadas.

Tras la lectura de estos resultados, las expectativas de un aumento de las tasas el próximo 14 de junio bajaron del 30% al 5% lo cual le fue muy buena noticia para los mercados emergentes: además de la nueva reducción en la tasa a 10 años, el riesgo país volvió a caer, la monedas se apreciaron y los activos se recuperaron. Como si esto fuera poco, dado la corrección a la baja en las estimaciones de oferta y demanda global de cereales y oleaginosas –y de la soja en particular- los precios de las materias primas siguieron en alza.

Así las cosas, tras un mayo en el que se encendieron las luces amarillas, el contexto internacional vuelve a jugar a favor de la coyuntura local. La desvalorización del dólar a nivel global permite atenuar el proceso de apreciación del tipo de cambio real en Argentina (recordemos que por la caída del tipo de cambio oficial y el diferencial de inflación respecto a nuestros socios comerciales el TCRM se apreció 15% en los últimos dos meses) al tiempo que agiliza el ingreso de capitales que desde la salida del default muestra un fuerte repunte. Con la FED demorando la suba de tasas, el escenario internacional continuará jugando a favor de la estabilidad cambiaria.

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