Analytica

CACEROLAS Y PIQUETES

El Gobierno ya tuvo su primer cacerolazo, y no fue menor. A diferencia de los que sufrió el kirchnerismo en sus últimos años, el del jueves pasado tuvo una motivación netamente económica que vale la pena desentrañar. Si bien el eje fue el tarifazo, también expresó un malestar más amplio con la marcha de la economía y la orientación general de la política económica tras un primer semestre muy duro para el ingreso disponible de las familias. A esto se suma que el miedo a perder el empleo crece y el tiempo (y, con él, la paciencia) pasa. , como reconocen en la Casa Rosada, “la gente tiene miedo”. La luna de miel se agotó y la responsabilidad sobre el estado de situación recae, cada vez más, en el actual Gobierno

El cacerolazo supone un freno adicional ante el proceso de ajuste que viene encarando el Presidente y su equipo desde el 10-D. El margen para medidas impopulares y que afecten negativamente “el bolsillo” se redujo sensiblemente, aun cuando el saneamiento macroeconómico tenga un largo recorrido teórico por delante y las nuevas tarifas, por caso, no alcancen para cubrir los costos. Supone, asimismo, redoblar esfuerzos para acelerar la llegada del crecimiento, un camino que seguramente generará críticas en la ortodoxia económica y que aumentará el riesgo de que el Gobierno no logré cumplir sus targets.

Pero la gran pregunta es si aumentará la conflictividad en “la calle”. Si bien hay motivos para pensar que el malestar social se irá diluyendo con el tope de 400% en las facturas de gas (a muchos les llegaron aumentos muy superiores) y los paulatinos “brotes verdes” del segundo semestre,  también hay razones para suponer que el malestar llegó para quedarse y que el cacerolazo fue el primero, pero no el último.

Aquí está el quid de la cuestión que, lógicamente, es muy difícil de predecir pues es el resultante de una confluencia de factores a priori muy difíciles de estimar; pero hay señales que preocupan: el sindicalismo empieza a sondear la posibilidad de un paro general y las organizaciones sociales van ganando presencia en las calles. Con ese mar de fondo, la conflictividad social podría ir en aumento y eso, como un círculo vicioso, podría retardar la llegada de los “brotes verdes”. Se avecinan meses claves para las Macrinomics y el Gobierno deberá redoblar esfuerzos para que el endeble puente que armó para cruzar el río hacia ese futuro mejor no se derrumbe.

Será clave entonces que la economía genere los “brotes verdes” esperados. La baja que prevemos de la inflación y la recuperación de la inversión serán antídotos para evitar mayor conflictividad social. Con los salarios recuperando poder de compra, con la inversión y mayor gasto público traccionando el empleo, el consumo irá mejorando gradualmente.