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DENTRO DE LO PLANEADO

Si bien el resultado fiscal de junio presentó un fuerte deterioro respecto a un año atrás, la dinámica de las cuentas públicas está dentro del plan trazado por el gobierno que entiende que hay que corregir pero cuidando la gobernabilidad. La menor presión tributaria y mayor coparticipación es compensada por menor dinamismo de las erogaciones, especialmente en transferencias discrecionales a las provincias. La apuesta gradual ahora requerirá que la economía repunte para darle más oxígeno al gasto sin poner en riesgo la promesa de lograr el equilibrio fiscal en 2019.

Concretamente, de acuerdo a los últimos datos publicados por la Secretaría de Hacienda, el resultado primario de junio marcó un déficit de $46.000 M, el doble al de un año atrás. Considerando el pago de intereses de deuda, el rojo fiscal subió a $84.500 M, muy por encima de los $43.400 M de junio de 2015. Este fuerte deterioro obedeció a que los ingresos marcaron una fuerte desaceleración al registrar un alza de 12% i.a., muy por debajo al crecimiento del 32% i.a. de los primeros cinco meses del año, en tanto que el gasto primario subió 26% i.a. levemente por debajo a lo que lo venía haciendo.

El menor dinamismo de los ingresos en junio se explicó por varias razones, algunas transitorias y otras de carácter permanente. Entre las primeras, se destaca que en junio del año pasado el Tesoro había recibido alrededor $7.000 M adicionales por la venta del espectro 4G. Excluyendo estas cuestiones, los ingresos genuinos moderaron la desaceleración al aumentar 19% i.a., 11 pp menos que en los cinco meses anteriores. Detrás de estos resultados de los ingresos “genuinos” encontramos los aspectos permanentes que golpean a la recaudación del Tesoro: el alivio en el impuesto a las ganancias, la quita de retenciones y la mayor coparticipación a las provincias seguirán afectando a los ingresos tributarios en lo que resta del año.

En cuanto al gasto primario, si bien en junio prácticamente mantuvo el dinamismo de los meses anteriores (26% i.a. vs 27% i.a.) se observa cierta desaceleración en el gasto “inelástico” (jubilaciones, salarios y subsidios sociales) que crecieron 33% i.a. (vs 37% i.a. entre enero y mayo) mientras que el gasto “elástico” se aceleró levemente, aunque el comportamiento no es homogéneo. De hecho, siguiendo con el comportamiento de mayo, en el último mes el gasto en subsidios económicos y en obra pública aumentaron al 40% i.a. y 19% i.a. respectivamente (vs 14% i.a. y 6% i.a.) mientras que las transferencias discrecionales a las provincias se derrumbaron un 23% i.a., compensando parte de los ingresos que resignó el Tesoro en materia de coparticipación.

Con este resultado, durante el primer semestre del año la brecha entre el crecimiento de los ingresos y el gasto primario se cerró (con subas de 27% i.a.) y el déficit primario llegó a $125.000 M. Si bien en términos nominales fue 27% más elevado al del primer semestre del año pasado, dado el crecimiento del PBI nominal (explicado por la aceleración inflacionaria), el déficit primario en relación al PBI bajó de 3.6% al 3.4% mientras que al considerar el pago de interés, el déficit sube del 5,9% al 6,0% del PBI.

De cara al segundo semestre, en un contexto en el que la demanda interna está deprimida, con el consumo privado muy afectado por la caída del ingreso real de las familias, el gobierno seguramente le agregará más dinamismo al gasto, especialmente en jubilaciones (por el ajuste en los haberes y pago de sentencias) y en obra pública por lo que “la otra brecha” sería de, al menos, 5 pp (en línea con el comportamiento de los últimos años). De acuerdo al programa financiero presentado por la Secretaría de Hacienda, el gobierno estima que este año el déficit primario llegaría a casi $360.000 M, $60.000 M más (considerando la deuda flotante) que el de 2015 aunque en relación al PBI mostraría una reducción de 0,6 pp. hasta 4,4%; mientras que con el pago de intereses el rojo total de este año alcanzaría a 6,8% del PBI ($550.000 M), 0,4 pp menos que un año atrás.

Así, aunque el monto del desequilibrio obliga a ser extremadamente  prudente, el plan fiscal sigue su curso. Recordemos que con pocos grados de libertad, el gobierno apostó a una mejora gradual de las cuentas públicas dada la necesidad de reducir la carga tributaria y con gran parte del gasto con poca flexibilidad a la baja. Las primeras medidas combinaron la quita de retenciones, cierta corrección en el impuesto a las ganancias y mayor coparticipación, con poda en el gasto de capital, especialmente en subsidios económicos y transferencias discrecionales a las provincias. Un paso clave para moderar la asistencia del BCRA fue la apertura financiera, lo cual le da tiempo al gobierno para llevar adelante el plan. Sin embargo la batalla continúa: para que el plan converja a un déficit manejable (prometió llevar el déficit primario a 3,3% del PBI el año que viene y finalizar la gestión en apenas 0,7% del PBI) el gobierno deberá reducir la brecha entre ingresos y gastos sistemáticamente, de lo contrario la dinámica será peligrosa. Para lograr este objetivo de sustentabilidad será clave recuperar el crecimiento y evitar las presiones política que lo aparten del rumbo.

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