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CRIMEA Y NOSOTROS

La cuestión de Crimea creó una línea de falla entre Rusia y el bloque occidental liderado por los Estados Unidos y la Unión Europea, y alineó a los países del mundo en dos filas diferentes. La secuencia de los hechos es conocida: el presidente Viktor Yanukovich profundiza su inclinación pro-rusa cuando, tras un pacto con Vladimir Putin, hace fracasar el proceso de incorporación de Ucrania a la UE. La oposición pro-occidental (que incluye al partido ultranacionalista Sbovoda, protagonista clave de las violentas movilizaciones callejeras) inicia una serie de protestas que culminan en la destitución de Yanukovich, quien considera que fue víctima de un golpe de estado y pide asilo a Moscú, que lo concede rápidamente.

 Ante la ascenso de los europeístas, enmarcado en el retorno de viejos debates sobre la identidad ucraniana, el parlamento de la República Autónoma de Crimea (que pertenecía a Ucrania) y el concejo municipal de la ciudad autónoma de Sebastopol, por amplias mayorías, declaran su independencia de Ucrania y piden su anexión a Rusia; acto seguido se realiza en ambas regiones un referendum (originalmente previsto para el mes de mayo, pero adelantado por decisión de la asamblea) que arroja también un resultado aplastante: 97% a favor de la anexión, con una participación electoral del 85%. En la península de Crimea la mayoría de la población es rusa, y viven minorías de ucranianos y tártaros rusoparlantes que también se identifican con Rusia; el presidente depuesto había ganado allí las elecciones de 2010 con el 80% de los votos. Rusia aprobó la anexión -el discurso completo de Vladimir Putin ante la Duma el pasado 18 de marzo es de lectura obligatoria para todos aquellos que quieran entender qué está sucediendo en el mundo- y envió tropas en forma inmediata.

 La anexión de Crimea podría ser entendida como una solución de equilibrio para los sectores en pugna, ya que los pro-rusos del este ucraniano resuelven un antiguo conflicto, Rusia recupera su histórica península y los europeístas del  oeste están en mejor posición que nunca para concretar la anhelada asociación entre Kiev y Bruselas. No obstante, la Unión Europea y los Estados Unidos se vieron compelidos a reaccionar políticamente, y promovieron una serie de acciones: sanciones económicas, comerciales y diplomáticas contra Rusia, y una resolución  en la Asamblea de Naciones Unidas favorable a la «integridad territorial de Ucrania», que declara inválidos los resultados del referéndum.

 Argentina decidió abstenerse en la votación, al igual que el resto de los países del MERCOSUR, y adicionalmente CFK realizó unas declaraciones públicas simpatizando con la posición rusa, criticando el «doble estándar» en las relaciones internacionales y lamentando las sanciones económicas contra Moscú que «impiden el diálogo constructivo». Los diarios informaron que hubo una conversación telefónica entre Putin y la mandataria argentina antes de sus declaraciones.

 Los alineamientos de los países del mundo, en las Naciones Unidas, en contra o a favor de Moscú están fuertemente correlacionados con sus alianzas económicas y comerciales. En América del Sur, los miembros de la Alianza del Pacífico votaron ordenadamente detrás de la moción occidental, y los del MERCOSUR, con idéntica disciplina, se abstuvieron. Rusia no es un país demasiado importante para nuestro comercio exterior. Pero los BRICS sí lo son. Son, de hecho, el principal destino de nuestras exportaciones. Con Crimea, los BRICS se alinearon en defensa de Moscú y debutaron como bloque de poder político internacional. Y Buenos Aires se posicionó de ese lado.

 La centralidad de los BRICS para la Argentina es innegable. Brasil y China son, actualmente, los dos países más importantes para nuestro comercio exterior. Si tomamos los datos de las exportaciones del año 2012 (casi 81.000 millones de dólares), y lo organizamos por regiones geopolíticas, surge que el 30,7% de las mismas (24.850 millones de dólares) fueron a los BRICS: 16.495 a Brasil, 5.336 a China, 1.183 a India, 1.050 a Sudáfrica – SACU, y y 785 a Rusia – CEI. Mientras tanto, 22,5% del total (18.207 millones de dólares) fueron al Bloque Occidental: 11.880 a la Unión Europea, 4.132 a los Estados Unidos y 2.194 a Canadá. El 21,34% de nuestras exportaciones fue a otros países de Latinoamérica, y el resto a otros del mundo, en su mayoría de Asia y África.

 La matriz comercial de Argentina cambió radicalmente en los últimos años, aumentando en forma significativa el peso de los BRICS en nuestra economía. Los países de la Alianza del Pacífico, en cambio, están mucho más asociados a las economías del bloque occidental. La opción internacional de Argentina, en la medida que no haya otros valores superiores en conflicto, es una consecuencia lógica de sus alianzas económicas. Como sucede con casi todos los países del mundo.

Julio Burdman

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