Analytica

UN SEGUNDO AÑO DE DECISIONES FIRMES Y CREATIVAS

Por: Julio Burdman

La votación coordinada de los diferentes bloques opositores en Diputados (Frente para la Victoria, Frente Renovador, Bloque Justicialista y diferentes legisladores que integraban el Frente Progresista, con ausencia de Margarita Stolbizer) es una derrota política para el oficialismo. Tal vez, la más importante de todas desde que asumió el gobierno Mauricio Macri. Y se trata de una derrota que el gobierno debe impedir, porque está en juego la conducción de la política económica.

La política económica debe estar unificada para que pueda trazar sus propias metas, obrar en función de ellas y ser inteligible para todos los agentes económicos. Y una decisión con impacto fiscal como la modificación del impuesto a los «altos ingresos» afecta a la gestión macroeconómica. El Congreso tiene facultades para hacerlo, sí, pero la lógica de la gobernabilidad pasa por otro lado. Por eso, si el gobierno no puede torcer el resultado en el Senado, sería recomendable que vete la ley. Para dejar en claro que sólo el Ejecutivo fija los términos y las pautas de la gestión económica. Y eso quiere decir que ni el Congreso no debe decidir sobre esta materia. Y tampoco los gobernadores.

Quedan, todavía, otros recursos en el juego parlamentario. El Senado puede rechazar el proyecto que obtuvo media sanción en Diputados, o hacerle cambios que impliquen un regreso del proyecto a Diputados. Y obligar, eventualmente, a una nueva negociación con Massa y Bossio.

Se trata, cabe recordar, de una situación singular, con circunstancias particulares. El proyecto de «ganancias» es políticamente sensible, y la mayoría de los actores tiene compromisos tomados en la materia. Para el massismo, los sindicatos peronistas y hasta para muchos radicales que hoy integran Cambiemos, este tema fue una bandera durante los años previos. ¿Por qué perder la oportunidad de flamearla?

Además, el propio Presidente Macri dijo cosas concretas en la campaña al respecto. No dijo vaguedades como «revolución productiva» o «salariazo», sino que habló de eliminación del impuesto desde el inicio de su gobierno. Por lo tanto, el proyecto del oficialismo debe tener una comunicación muy clara hacia el público, donde explique, números en mano, las limitaciones para aplicar ahora más reducciones que las propuestas, y exponga un plan para su disminución progresiva. No sería mala idea que el Presidente haga uso de la cadena nacional para esto: con minorías parlamentarias y federales, el apoyo de la opinión pública es central para la gobernabilidad de este Presidente, y no puede obviar este vínculo apelando a explicaciones basadas en las supuestas motivaciones de sus adversarios.

Por otra parte, la singularidad del tema significa que «ganancias» no es el fin de la gobernabilidad macrista. Que se haya avanzado en una negociación antes, y que Massa haya cambiado de posición a último momento, no implica puentes quemados. Además de la mencionada singularidad del proyecto sensible, Massa y Bossio siguen una lógica inevitable, y que nadie ignoraba: tienen que diferenciarse del gobierno cada vez más. En especial Massa, cuyo partido debe lograr un buen resultado en la provincia de Buenos Aires para sobrevivir. Pero ello no quiere decir que no haya posibilidad de acuerdos parciales en este caso, y a lo largo de 2017. Será, eso sí, un año más espinoso. Y que muestra la actualidad del debate introducido por Emilio Monzó y otros miembros influyentes del gobierno -Monzó lo verbalizó, pero no es el único que lo piensa.

Monzó advirtió que la coalición Cambiemos debe seguir ampliándose. Y detrás de esa idea hay dos cosas: una estrategia electoral, y una fórmula de gobernabilidad. Dice Monzó: Cambiemos ganó las elecciones de 2015 con votos peronistas -los votantes de Massa, De la Sota y Rodríguez Saá que acompañaron a Macri en la segunda vuelta- y gobernó en 2016 con votos peronistas -las manos alzadas de Massa, Bossio, Pichetto y otros en el Congreso. Pero en 2017, elecciones mediante, la cosa cambia, y el oficialismo tiene que volver a diseñar un esquema que permita renovar esos apoyos que hicieron posible la presidencia de Macri. La foto de la oposición unida en Diputados parece darle la razón: Macri debe evitar que el proyecto opositor sea ley, y luego debe hacer algo para tener un 2017 más tranquilo.