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¿QUÉ SIGNIFICA GANAR PARA CAMBIEMOS EN 2017?

Por: Julio Burdman

Como hemos planteado en informes anteriores, el desempeño en las elecciones de 2017 resultará clave para el gobierno de Cambiemos. Todos los comicios intermedios son una instancia de demostración de capital político para el Poder Ejecutivo. Pero en este caso, las metas de Cambiemos giran alrededor de los votos que pueda obtener, y el efecto polìtico que ello pudiera significar. Ya que es poco lo que podría lograr en materia de bancas y mayorías legislativas. Eventualmente, Cambiemos podría ampliar un poco su bloque, pero está lejos del ideal  de la mayoría propia.

Lo que aún no está claro es qué va a significar «ganar» para Cambiemos. En una elección presidencial, ganar es lograr la Presidencia; en una parlamentaria, es el control de la Legislatura. Aquí, no está el primer elemento, y el segundo es materialmente inalcanzable. Los resultados se dirimirán en un área gris, que se caracterizará por diferentes criterios e interpretaciones.

Algunos estrategas del oficialismo, y ciertos columnistas políticos de los domingos, han dicho que se considerará ganador a quien salga primero en la provincia de Buenos Aires. Pero ese solo criterio luce algo forzado. Si Cambiemos, gracias a la buena imagen de Vidal y la división el peronismo, obtiene un primer puesto en ese distrito, pero pierde en la mayoría de las provincias y obtiene un magro resultado nacional, ¿será considerado como ganador por la opinión pública?

Habrá varias formas de medir el desempeño. Y para ser considerado ganador, se deberá obtener resultados en varias de ellas:

1 – Por la cantidad de votos a nivel nacional: ese número se obtiene de sumar todos los votos de las elecciones de diputados, la única categoría que se renueva en las 24 provincias. En las presidenciales de 2015 Cambiemos logró 34,1% en la primera vuelta y 51,3% en el ballotage; el 34,1% será una primera meta a alcanzar.

2 – Por la cantidad de bancas obtenidas: superar las cantidades presentes ya habla, de por sí, de ganancia.

3 – Por la cantidad de provincias en las que gane: a mayor cantidad de triunfos provinciales, mayor efecto ganador.

4 – Por el resultado en la provincia de Buenos Aires (y otras provincias grandes): es decir, si podrá ganarle a la oposición en los distritos principales, especialmente en aquellos en que hoy gobierna el PRO.

Con estos cuatro elementos, la lectura del resultado será un rompecabezas para armar. En un extremo, ideal para Macri, Cambiemos ganaría en la provincia de Buenos Aires, la Capital y alguna provincia grande (¿Santa Fe?), sorprende con primeros lugares en distintas provincias del norte, y supera cómodamente aquellos 34 puntos que obtuvo en la primera vuelta presidencial, de octubre de 2015, ubicándose dos años después en torno al 40%, aumentando claramente sus bancadas, aunque no llegue a la mayoría absoluta. Este sería un triunfo rotundo de Mauricio Macri: se hablaría de reelección, su gobernabilidad (es decir, su capacidad de implementar políticas) se vería incrementada, y la confianza de los inversores se verá fortalecida. En el otro extremo, si Cambiemos no gana en Buenos Aires y apenas lo logra en la CABA, si el peronismo se impone en la mayoría de las provincias, con el consecuente retroceso en las bancadas oficialistas, y si en porcentaje de votos queda claramente por debajo de su desempeño en octubre de 2015 (digamos, debajo del 30%), y si es superado por alguna fuerza de oposición, el gobierno enfrentará un clima de derrota, y deberá hacer importantes cambios para recuperar la confianza. En el medio, diferentes escenarios grises, hoy difíciles de estimar.

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