Analytica

APERTURA COMERCIAL: UNA NUEVA DIMENSIÓN DEL GRADUALISMO

La administración cambiemos ha iniciado un camino gradual hacia la consolidación fiscal. Al mismo tiempo, aunque la política monetaria se ha tornado un poco más “agresiva”, la reconstrucción del peso como unidad de cuenta y reserva de valor es un proceso que puede tomar más de un mandato presidencial. Estos hechos junto a la dinámica de la productividad y los salarios en dólares imponen limitantes sobre la política comercial: no es posible implementar un proceso de apertura del comercio exterior de shock. La política comercial debe ser gradual y la estrategia de desarrollo debe pensarse cómo un largo camino que lleve a alinear el valor de la productividad, neta de impuestos, con los salarios en dólares en la mayor cantidad de sectores posibles. De esta manera, se ampliaría la base de exportaciones, permitiendo un crecimiento sostenido tanto en sectores transables cómo no transables.

El desempeño del sector transable en las últimas dos décadas ha sido heterogéneo. Entre 2002 y 2007, el aumento de la productividad y la caída de los costos laborales medidos en dólares dieron lugar a un boom exportador en particular en bienes de origen industrial. Con la aceleración de la inflación y el aumento de los costos locales el crecimiento de las exportaciones se estancó.  A estos datos hay que agregar que la productividad laboral argentina creció menos que la de los países vecinos; a la vez que los salarios medidos en dólares aumentaron más. Finalmente, hay que destacar la tendencia decreciente que viene mostrando el empleo industrial a nivel mundial junto con el crecimiento de la presión impositiva y el elevado traslado a precios de la devaluación que caracteriza a nuestra economía.

¿Cuál es el diagnóstico?: la rentabilidad de los sectores transables, la cual depende del balance entre el valor de la productividad después de impuestos y los costos en dólares, está lejos de los valores compatibles con una política comercial de “shock”. La imposibilidad de reducir los salarios en dólares sin afectar los salarios reales mediante una devaluación ni de bajar los impuestos fuertemente (lo primero debido a la falta de una moneda creíble y lo segundo debido a la estrategia gradual en materia fiscal) nos llevan a confiar en la productividad cómo único camino para corregir los desajustes en la rentabilidad de las firmas transables. A esto se suma la imposibilidad de desarmar un tejido industrial ineficiente y geográficamente concentrado el cual hace difícil una transición hacia valores de empleo industrial relativo compatibles  con los estándares mundiales.

CLU

Los beneficios de la apertura deben ser entendidos en un contexto dinámico: la mejora en la rentabilidad de sectores transables amplia la base de exportaciones, lo cual permite sostener un mayor nivel de crecimiento incluso con los mismos requerimientos unitarios de importaciones. El mayor crecimiento implica una mayor demanda de empleo y por ende un mayor salario real, con el consecuente derrame sobre el bienestar de la sociedad.

Los limitantes vigentes a una estrategia fiscal de “shock” junto con la herencia inflacionaria nos quitan herramientas para mejorar rápidamente el coeficiente de exportaciones. Dada la estructura productiva y la consecuente rigidez en la demanda de importaciones, una apertura comercial agresiva no sólo implicaría un marcado deterioro en las cuentas externas sino también en el empleo industrial; el cual, debido a los fuertes encadenamientos con otros sectores, redundaría en un incremento en la tasa de desempleo urbano. Creemos entonces que la mejora observada en la inversión no sólo es el camino hacia la sostenibilidad del modelo sino también a una economía más abierta y por ende a una sociedad que se beneficie de las innovaciones registradas a escala global.