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EL «TECHO» DE CFK

Por Observatorio Electoral Consultores

Se dice que el «techo electoral» de un candidato es el límite de su carrera política. El umbral que no puede perforar en las urnas. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el peronismo tiene un voto duro y fiel, pero le cuesta mucho sumar adhesiones adicionales: su intención de voto se parece mucho a su techo. En las encuestas, se utilizan en general dos medidas para estimar «el techo», que son la imagen negativa de un candidato o partido, y la cantidad de gente que responde que «jamás votaría» por determinada opción.

Pero no hay que atribuir poder predictivo a esas fotos que proveen las encuestas. Mauricio Macri, hasta hace no demasiados años, tenía una imagen negativa alta y muchas personas respondían que jamás lo votarían para Presidente. Néstor Kirchner confiaba en la tesis del «techo bajo» del actual Presidente por su origen empresarial, estaba convencido de que toda la estrategia comunicacional del PRO estaba destinada al fracaso porque no podría transformar la imagen de su candidato, y proponía contrarrestarla recordando a la opinión pública que el «techo» estaba ahí («Mauricio es Macri»). Probablemente, Kirchner creyó que Macri era un adversario ideal porque iba a perder. La historia demostró que no era tan así.

Con este antecedente, conviene desconfiar de la tesis del «techo bajo de CFK». Según la cuál la actual candidata a senadora de Unidad Ciudadana podría tener un buen desempeño en las elecciones legislativas pero no pasaría de allí, porque su imagen negativa es demasiado alta. A contrapelo de esa creencia, la experiencia muestra que la tasa de rechazo hacia un dirigente puede cambiar. Seguramente, el sector más antikirchnerista del electorado nunca la votaría, pero ello no significa que algunos de quienes hoy declaran rechazarla no puedan cambiar de opinión. Una encuesta realizada hace pocos días en la Provincia de Buenos Aires (900 casos telefónicos, entre el 6 y el 8 de julio) muestra que la ex mandataria tiene una imagen positiva del 38,5%, una regular del 6,5% y negativa del 52,4%, con 2,5% que responde no saber. En la Primera sección y en el interior provincial es algo más alta, mientras que en la Tercera sección está en 49,3%. A nivel nacional, y con fechas similares, su imagen negativa alcanzaba el 52,7%.

Aunque la diferencia no sea grande, hay que destacar que en mediciones anteriores Cristina Kirchner tenía números de «rechazo» algo más altos. En noviembre de 2016 su imagen negativa fue de 54,7%, y en diciembre de  56,5%. Y a partir de abril comenzó a caer levemente.

Lo anterior no quiere decir que Cristina Kirchner esté cambiando sustancialmente su relación con el electorado. Sigue teniendo una imagen negativa alta, y ello actúa como una limitante para sus proyectos. Pero las fluctuaciones observadas nos recuerdan que no hay «techos» infranqueables, y que las tendencias y preferencias pueden cambiar. Para consolidarse en las elecciones y proyectar continuidad política, Cambiemos no puede recostarse tranquilamente sobre las restricciones de sus competidores: para ello, tendrá que sumar más votos positivos.

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