Analytica

Austeridad.

Por Julio Burdman.

El lunes 30 de octubre Mauricio Macri pronunció uno de sus discursos más importantes de su tramo presidencial. Tal vez, el más pensado de todos. Arrancó anticipando que no iba a anunciar instrumentos, sino conceptos. Fueron 40 minutos de explicación de lo que se viene en materia de gobierno. Definió, también, cómo será su relación con la economía y la sociedad.

Planteó tres ejes: responsabilidad fiscal, empleo y reforma institucional. Responsabilidad fiscal es bajar la inflación y los impuestos. Para eso, el acuerdo entre Nación y provincias será una herramienta importante. Ante un auditorio de ministros, gobernadores y el senador Pichetto, Macri dijo que el equilibrio fiscal define a un buen gobierno. Prometió presentar un proyecto de reforma tributaria este miércoles.

Algo mencionó también sobre el sistema previsional. Aunque en este caso, pateó la pelota hacia adelante. El sistema no es sustentable, dijo, porque esconde inequidades en forma de regímenes especiales. La Ley de Reparación Histórica prevé la conformación de un consejo asesor para formular una propuesta de reforma en un lapso de 3 años, y Macri anunció la convocatoria a dicha comisión. Aclarando que el gobierno hará algunas propuestas parciales durante estos años. Como anticipamos en un informe anterior, este es un tema para un eventual segundo gobierno de Macri.

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En materia de reforma laboral, el segundo eje, prometió la presentación de un proyecto «en los próximos días», sugiriendo medidas para facilitar contrataciones -presumiblemente se refiere a exenciones de cargas sociales- y límites de plazo y monto a la litigiosidad laboral. Tal como en otras oportunidades, Macri habló de la «mafia de los juicios laborales».

El tercer eje fue el de calidad institucional. Aquí, hizo un mix entre reformas político-electorales, de las que habló poco, y el ajuste en la administración pública, a la que dedicó buena parte de su discurso. Tiró de las orejas a todos: a la justicia («sueldos muy altos, licencias muy largas»), a la burocracia («mucho ausentismo, crecimiento de las plantas de personal»), a los sindicatos («hay más de 3000, y demasiadas obras sociales»), a las provincias («las legislaturas tienen cada vez más empleados»), a las universidades. Proveyó muchos ejemplos ilustrativos. Y ahí fue cuando Macri presentó un concepto que terminó siendo el eje de todo lo que dijo: austeridad. Austeridad fiscal, austeridad tributaria, austeridad regulatoria.

Durante los casi 40 minutos que duró su discurso, Macri habló de bajar el gasto público, bajar los impuestos y bajar los costos laborales. El sentido general de esto es reducir el peso del Estado sobre la actividad privada, para que las empresas argentinas puedan ser más competitivas y la economía atraiga más inversiones. Pero a diferencia de los planes de ajuste del pasado, que planteaban la necesidad de hacer recortes en un marco de restricción y crisis (recordemos a los ministros de Economía anunciando duros paquetes), Macri hizo un planteo político. No hubo demasiados números ni garrote disciplinador, y las medidas vienen después: él presentó un horizonte de desarrollo, abandono del fracaso, lucha contra la corrupción y las prebendas. Los gastos que se necesita recortar no son beneficios de los que lamentablemente debemos prescindir, sino privilegios injustos que obstruyen culturalmente el progreso. No dejó el micrófono en manos del ministro, fue él mismo quien ejerció el liderazgo del plan económico. Y se refirió a la potencia del ejemplo: la austeridad comenzará por el gabinete.

Su punto de partida fue el triunfo electoral. Para Macri, lo que ocurrió el 22 de octubre fue una ratificación de su rumbo de gobierno. Hubo un tono refundacional: estamos cambiando la Argentina para siempre. En eso no se diferenció tanto de sus predecesores, ya que todos, en mayor o menos medida, han dicho que con ellos comenzaba una nueva etapa del país. Pero el «cómo» de Macri luce más elaborado. Un discurso que reivindica el reformismo permanente y un acuerdo nacional de gobernabilidad con los gobernadores. Hoy presentó el método. Su discurso pro mercado planteó una primacía de la gestión política sobre la lógica de la restricción económica.