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Crédito privado: ¿la gran esperanza del modelo en 2018?

El Gobierno parece estar sugiriendo que desea contener el alza en las expectativas de inflación con un esquema de paritarias “sin gatillo” en torno al 15% (cuando la inflación este año rondaría el 20%). A su vez, se están verificando una serie de aumentos de precios regulados (combustibles, prepagas, tarifas, transporte público) que no permiten ser muy optimistas respecto al desempeño del “bolsillo de los consumidores de clase media”. Por otra parte, el dato de crédito privado de enero, de sostenerse en estos niveles, nos permitiría  ser un poco más optimistas respecto al desempeño futuro del consumo de las familias “castigadas”. Por ejemplo, según nuestras estimaciones, si el crédito privado creciera 2.5 puntos del producto este año, permitiría compensar la caída en los ingresos reales de las familias; manteniendo el consumo creciendo en línea con lo observado en 2017. Sin embargo, por los motivos que expondremos debajo, no vemos este escenario plausible, por lo que esperamos una desaceleración del consumo.

En enero el crédito privado creció 46% i.a. en términos nominales, por encima del acumulado del año (42%). Este comportamiento estuvo liderado por el financiamiento UVA, típicamente asociado a créditos prendarios e hipotecarios, los cuales explicaron el 93% del aumento del total en enero. A su vez, los incrementos de precios regulados, que llevarían la inflación acumulada en el primer trimestre de 2018 al 7%, no dejan mucho margen en el bolsillo para el consumo de bienes “sustituibles” como podrían ser los servicios de entretenimiento, el turismo, etc. Así lo reflejanlas expectativas del consumidor en enero: mientras los capítulos “situación personal” y “situación macroeconómica” cayeron 2.5% y 4.5% i.a. respectivamente, el componente durables e inmuebles creció 20.8% i.a. llevando al promedio a crecer 1.6%.

Ahora bien, ¿puede el desempeño del crédito compensar la caída en los ingresos reales de las familias? Si los créditos crecieran “lo suficiente en términos reales”, un escenario improbable como explicaremos más adelante, el consumo no desaceleraría respecto al año pasado. Veamos.

Históricamente, un crecimiento de 1 punto porcentual (p.p.) en los ingresos reales de los residentes estuvo asociado, ceteris paribus, a un aumento de 1.05 p.p. en el consumo privado. Por otra parte, un incremento de 10 p.p. en el crédito real al sector privado estuvo asociado a un aumento de 0.5 p.p. en el consumo. De esta forma, si en 2018 los ingresos reales de las familias crecieran 2.5% (en línea con el PBI, desde 2.8% en 2017), necesitaríamos que el crédito en términos reales aumente 22% (desde 14% en 2017) para compensar el efecto de la desaceleración de los ingresos corrientes de las familias. Esto implicaría que el crédito crecería en términos nominales un 45% en 2018, en línea con lo observado en ene-18, llevando el ratio de créditos a PBI desde 13,0% a 15,5%. Esto es, si se repite el desempeño de enero en el crédito privado, es posible que el consumo crezca en línea con lo registrado en 2017 (en torno al 3,1%).

¿Es este escenario posible? Difícil. La aceleración de la inflación corriente y esperada junto con una actitud menos “benigna” por parte del Banco Nación (según el BCRA el costo financiero total de los créditos UVA que otorga la entidad se ubica en torno al 14%, mientras que el mercado promedia el 8%), elevan el costo de los créditos indexados. A su vez, la mayor volatilidad del tipo de cambio, afecta la demanda de hipotecarios debido a que las propiedades cotizan en dólares. Por lo tanto, a menos que se reviertan estás condiciones, no podemos ser muy optimistas respecto a la evolución del crédito y, consecuentemente, del consumo.

Los datos de enero registrados en el sistema financiero junto con algunas emisiones de obligaciones negociables por parte de los bancos y la compresión del “spread” Badlar – Lebac, todas medidas indicativas del buen pulso que tiene el crédito privado, permitirían ser optimistas respecto al consumo de las familias en 2018. Sin embargo, factores más “estructurales”, como el incremento de las expectativas de inflación y la mayor volatilidad del dólar, nos sugieren un escenario difícil para el consumo privado en 2018. Si el crédito real creciera en línea con lo observado en 2017, bajo nuestro escenario macro, el consumo crecería 2.7%, por debajo del 3.1 observado en 2018. Todo esto repercute, desde ya, en el “humor social” de la clase media cuando todavía faltan algunos meses más de “malas noticias” en términos de precios regulados (colegios privados, expensas, telefonía móvil, etc.). En su momento, un asesor de Jefatura de Gabinete dijo en una entrevista televisiva: “uno no le puede pedir a la gente que no mejore su consumo durante muchos años”. Quizás este año tocará “no mejorar”.

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