Analytica

¿Y si CFK no se presenta?

Por Julio Burdman

Uno de los datos políticos salientes de este fin de año 2018 es que no se ha constituido la tercera opción “peronista no kirchnerista”. Al menos, no una en condiciones de terciar en la polarización Cambiemos vs. peronismo kirchnerista: ninguno de sus “candidateables” supera el dígito. A principios de año, cuando la crisis económica escalaba y el kirchnerismo parecía atrapado bajo un techo infranqueable, la hipótesis de los tres tercios parecía natural. Casi inevitable. Se discutía si sería Massa, Urtubey u otro. Ya no. Al menos, no en 2018.

Hoy, en las encuestas de intención de voto presidencial hay dos nombres con apoyo: Mauricio Macri y Cristina Kirchner, con sus respectivos espacios partidarios. En ambos casos tienen alrededor de 30 puntos de intención de voto. Mientras tanto, el conjunto de votantes que no se inclina por ninguna de estas dos opciones conforman un espacio fragmentado, sin que se asome una oferta capaz de coordinarlo. Un espacio heterogéneo, en el que “pescan” el justicialismo, la izquierda, los neoradicales, Alfredo Olmedo. No sería de extrañar que ese voto se atomice entre diversas opciones, si amenazar el ingreso de los dos primeros a una segunda vuelta.

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G1_502 (Blanco)

Esta ostensible dificultad del peronismo no kirchnerista para competir con la ex Presidenta tiene implicancias. La primera de ellas es que obliga a los dirigentes peronistas a reconocer el espacio que ocupa Cristina Kirchner. A medida que comienzan a admitir que no hay alternativa firme a la polarización, se ven obligados a elegir. Tienen tres alternativas: insistir con la tercera candidatura vía, pactar con el kirchnerismo (o sumarse a él) o adherir a Cambiemos. Y las tres vías son complejas. La primera no ayuda a los candidatos a gobernador o intendente, cuyas chances se ven mejoradas si están alineados con un partido nacional competitivo (por eso tantas provincias desdoblan sus comicios). Y apostar por el kirchnerismo o Cambiemos tampoco está exento de riesgos. Ambos combinan adhesiones y rechazos.

Pero son muchos los peronistas que empiezan a acostumbrarse a la idea de que “sin Cristina no se puede”. Muchos de ellos, un año atrás, estaban convencidos de la necesidad de marginarla del peronismo.

A su vez, ésta realidad de una Cristina Kirchner sin competencia plantea otra novedad. Y no solo en el plano de las elecciones presidenciales del año 2019:  también impacta en el liderazgo del peronismo.

Para muchos dirigentes del peronismo no kirchnerista, que no anticiparon este reverdecer k, reconocer la vigencia de la ex Presidenta es incómodo. Contradice cosas que se dijeron, pronósticos, compromisos asumidos. Además, muchos están convencidos de que un retorno de Cristina Kirchner sería una suerte de “caza de brujas” hacia adentro. En su temor, albergan la esperanza de la aparición de una Cristina Kirchner pacificadora del peronismo. Una leona herbívora. Porque si ella no lleva adelante una política de “tranquilización” de diferentes sectores que la ven con alarma y preocupación -peronistas no kirchneristas, mercados, embajadores extranjeros- va a encontrar muchas resistencias. las que contribuyen, a su vez, a la sustentación de Cambiemos cómo opción electoral.

Todo lo anterior le confiere a Cristina Kirchner la posibilidad de no ser candidata a la presidencia. Esto suena paradójico. Pero en la medida que ella sea reconocida como la única líder posible del peronismo, adquiere de inmediato una capacidad de organizar la oferta electoral de la principal fuerza de la oposición. Algo no imaginado un año atrás. No ser candidata pero reteniendo y ejerciendo el poder. Esto se traduciría, por ejemplo, en una Cristina Kirchner autorizada por un conjunto amplio de peronistas para designar candidatos, o vetarlos. De la fórmula presidencial hacia abajo. Sin dudas, una cuota de poder interesante.

Pero en ésta ecuación, difícil de concebir pero no imposible, faltaría un elemento más. La ex presidenta se considera muy agraviada por el conjunto de la dirigencia política argentina. Somos todos humanos, y demandamos como tales. Para jugar un rol constructivo en el campo de la oposición, la ex Presidenta necesitaría algún tipo de reconocimiento de parte de sus pares. Un desagravio. Y esto es algo que hoy resulta difícil de aceptar para muchos dirigentes del peronismo no kirchnerista que apostaron en su contra. El fallecido José Manuel de la Sota estaba dispuesto a ceder en ese punto. Pero otros, cómo Miguel Pichetto, hoy no pueden aceptarlo. Como se ve, la reorganización del peronismo depende de factores racionales y emocionales. Pero así funciona, después de todo, la actividad política en general.