Analytica

Desdoblamiento electoral, una clave del 2019.

Por Julio Burdman

Las elecciones presidenciales de 2019 se pueden terminar pareciendo a las de 2003. Aquél comicio raro y fragmentario estuvo dominado por cinco candidatos que obtuvieron cada uno entre 14% y 24% de los votos. Menem, Kirchner, López Murphy, Rodríguez Saá y Carrió. Fue la elección más atomizada desde 1983. Hasta entonces, y después, las elecciones presidenciales se habían dirimido entre grandes coaliciones y produjeron resultados mayoritarios; había que remitirse a la elección de Illia en 1963, con el peronismo proscrito, para encontrar un antecedente similar.

Aquella elección de 2003, única en su tipo y resultante de la gran crisis de 2001 y la renuncia abrupta de Fernando De la Rúa, expresó el colapso profundo de un sistema partidario. Las dos fuerzas que habían dominado la política argentina desde mediados del siglo XX, peronismo y radicalismo, estaban golpeadas. El peronismo fue con tres candidaturas (Menem, Kirchner, Rodríguez Saá) y el radicalismo con otras tres, salidas de las entrañas de aquella Alianza fallida (López Murphy, Carrió, Moreau). Llevó varios años que aquellos retazos de los grandes polos políticos argentinos se reagrupasen.

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G1_502 (Blanco)

Pero tuvo, además, una característica que explica en buena medida la fragmentación. Fue una  elección solo presidencial. Las legislativas y casi todas las elecciones de gobernador -salvo Salta y La Rioja- se realizaron en otras fechas. Eso implicó que los votantes y, sobre todo, las fuerzas políticas que organizan la oferta electoral, estuviesen más sueltos de manos. Para el peronismo ese desdoblamiento resultó útil porque  el triunfador de esa “gran interna abierta” –Néstor Kirchner, entonces apoyado por Duhalde- pudo luego reunir al resto del peronismo (legisladores, gobernadores, intendentes), con independencia de a quien habían apoyado en 2003. Para el no-peronismo resultó mucho más difícil, porque los partidos de López Murphy y Carrió lograron pocos diputados y ninguna gobernación; el camino hacia llegar a Cambiemos les llevó años.

En 2019 la situación socioeconómica no es tan crítica y los dos bloques dominantes (kirchnerismo y Cambiemos) tienen sus pisos de apoyo electoral. Pero vamos hacia un nivel de desdoblamiento entre presidenciales y provinciales que es inédito. Los gobernadores y los aparatos políticos provinciales no se quieren comprometer con las elecciones presidenciales.

Cuadro Politico

Como podemos ver en el cuadro adjunto, la enorme mayoría de las provincias votarán en fechas separadas, o aún no lo definieron. Por ahora solo se alinearán con el calendario presidencial las provincias de Jujuy, Formosa, Salta, Buenos Aires y Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y las dos que tienen los gobernadores más próximos a Mauricio Macri (Buenos Aires y Jujuy) no descartan desdoblar. Entre las que aún no lo han definido (Río Negro, Santa Cruz,  Tucumán) predomina la tendencia al desdoblamiento.

Se considera que la concurrencia de distintos niveles electorales en una misma fecha contribuye a la estabilidad de los partidos. Los grandes frentes con candidaturas nacionales, provinciales y municipales en una misma boleta ordenan la política. En cambio, la ausencia de Vidal en la boleta de Macri (si la PBA finalmente desdobla), o del apellido del gobernador que quiero reelegir en la boleta del candidato peronista perjudica a los presidenciables. Así es más fácil que los votantes diversifiquen su voto. La hipótesis de una atomización del voto (diferentes peronismos de un lado, y fugas del apoyo a Macri hacia otras opciones como Lavagna, Espert, Olmedo o un frente radical-socialista) es probable con elecciones desdobladas. Y parece que hacia allí vamos.