Analytica

El poder de la resistencia

El Mensaje

Según M. Foucault «donde hay poder, hay resistencia». Pero entonces, ¿si no hay resistencia, se acaba el poder?. Continuando con esa secuencia lógica, según nuestra interpretación, hay poder en la resistencia.

En esa línea de razonamiento, podemos interpretar la relación entre el FMI y el Gobierno Nacional como una tensión entre 2 poderes. En apariencia, el FMI tiene el poder de restringir el conjunto de políticas económicas factibles a aquellas que considera apropiadas para su paladar. En este sentido tiene un tipo de poder, el establecido por el acuerdo “Stand-By”. El Gobierno Nacional, en cambio, tiene la posibilidad de elegir entre el conjunto de políticas que le propone el FMI, pero más importante aún, tiene el poder de romper el borde de ese conjunto para congraciarse con el electorado. Tiene el poder de la resistencia. 

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En Analytica creemos que las medidas lanzadas por el Ministerio de Producción para favorecer el acceso al crédito PyME son parte de la resistencia. Teniendo en cuenta el impacto fiscal de la medida y la intervención directa del Estado en la asignación de recursos por sobre el mecanismo de precios, ¿ustedes creen que esta medida es digna del paladar del FMI?, ¿está dentro del conjunto factible que el organismo podría recomendar? Claramente está fuera del borde. Creemos que esa es la dirección que debe tomar el Gobierno con un doble propósito: seducir al electorado y atemperar la recesión económica.

Algunos trascendidos dan cuenta de que el monto anunciado por el Ministerio de Producción no surge de una obligación impuesta a los actores afectados (bancos y compañías de seguros), sino que es más bien un anuncio no vinculante, fruto de un compromiso “de palabra”. De ser así, la medida tiene gusto a poco. Parece difícil que los bancos presten por debajo de la Leliq. Si este trascendido fuera a desmentirse, creemos que la medida va en la dirección correcta ya que en un contexto como el actual, con inflación moderada y recesión, el mecanismo de precios podría no funcionar en el sentido correcto; llevando a un número creciente de firmas y familias a situaciones irreversibles debido a un pico transitorio de estrés en los precios.

En esta línea de medidas, fruto del poder de la resistencia, existe toda una batería heterodoxa que podría ser usada sin abandonar la economía de mercado y las libertades individuales. Por ejemplo, el reciente anuncio del Presidente de adelantar todos los aumentos previstos para el año de la Asignación Universal (AUH) a la cuota de marzo. La AUH tendrá un aumento del 46% este mes (que equivale a un 77% i.a.) que impulsará una leve reactivación en el consumo y el producto[1].

Es por ahí chicos, ya probaron por una ortodoxia extrema para no presionar los límites impuestos por el FMI, presionando los niveles de tolerancia de la sociedad. Ahora toca revertir el foco de presión desde el electorado hacia el FMI.

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A modo de conclusión

Hacer uso del poder de la resistencia tiene múltiples aristas deseables para la gestión Cambiemos:

1) Muestra pragmatismo

2) Ataca un segmento del mercado especialmente perjudicado y geográficamente concentrado,

3) Tiene un costo fiscal bajo ya que utiliza la capacidad ociosa de uno de los pocos sectores que conservan rentabilidad en la economía (el financiero),

4) Teniendo en cuenta que el electorado “ya contribuyó”, quizás las autoridades podrían pedir algo de paciencia al FMI; máxime teniendo en cuenta que el costo fiscal es ínfimo.

En este caso, el pragmatismo se mezcla con la heterodoxia para forzar el conjunto factible de políticas planteadas por el FMI. El costo fiscal de la medida implica que la resistencia no debería esforzarse mucho para lograr perforar el borde de ese conjunto de medidas.

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[1] Considerando el aumento promedio de la inflación para 2019, el impacto en consumo del aumento de las asignaciones será de un incremento de 0,13% anual (y esto aumentará 0,1% del PIB). El reducido impacto es debido a la baja ponderación sobre los ingresos reales que tiene la AUH en comparación a los ingresos de los jubilados y de los empleados registrados o informales.