Analytica

Europa, FMI, G-20: lo global en la campaña

Por Julio Burdman

En la Cumbre del G20 en Osaka, Mauricio Macri tuvo otra oportunidad de reunirse con la titular del FMI, Christine Lagarde. Mientras ello sucedía en Japón, representantes del Fondo se reunían en Buenos Aires con Alberto Fernández -quien hoy está liderando, por algunos puntos, los sondeos para la primera vuelta- y con Roberto Lavagna, el tercero en discordia. El FMI se ha metido en la campaña, y comparar las diferencias políticas entre oficialismo y oposición respecto del organismo se convirtió en un aspecto relevante. En principio, los tres frentes electorales dialogan y reafirman el compromiso con lo firmado. Esto es relevante, ya que la cuestión «Fondo Sí – Fondo No» pudo haberse convertido en un eje de campaña. Seguramente, el Frente de Todos sí denunciará la relación de Macri con Trump y Bolsonaro -ya lo viene haciendo-, buscando emparentarlos. Pero por el momento, el FMI como institución no será puesto en cuestión.

Macri Lagarde

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Luego, hay matices en cuanto a lo que plantean hacia adelante. Los economistas de los tres sectores coinciden en que el estado argentino necesitará volver a sentarse a conversar, porque sus necesidades de financiamiento se reanudarán desde el día uno del próximo gobierno. Las diferencias estarán en los objetivos de cada posible conversación. Macri y Dujovne buscarán más facilidades y ponen sobre la mesa el paquete de reformas -previsional, laboral, etc.- que buscarán aprobar una vez finalizada la elección. Fernández y Lavagna, en cambio, plantean una renegociación sin metas adicionales -o sea, sin reformas- para poder cumplir con los desembolsos.

En ese marco, se anunció la conclusión del acuerdo entre la Unión Europea y el MERCOSUR tras dos décadas de negociaciones. Se trata de un acuerdo comercial en formato de «Asociación Estratégica», que libera la mayor parte de los productos (100% para la entrada a Europa, 90% para el MERCOSUR) con plazos para hacerlo en forma gradual.

Se trata del tercer acuerdo que la actual Comisión Europea, presidida por Jean-Claude Juncker, logra en poco tiempo. Los otros dos fueron con Canadá y Japón. Con la elección de Trump, la escalada proteccionista y la competencia EUA – China, la Unión se dispuso a acelerar las negociaciones en marcha con  terceros actores -aunque sin flexibilizar demasiado sus condiciones, en tanto actor principal- para ampliar mercados y no verse afectada en su comercio global. Desde el MERCOSUR también sucedieron dos giros políticos que favorecieron la firma del acuerdo: Macri y Bolsonaro. Ambos presidentes imprimieron otra velocidad.

Si bien las negociaciones, iniciadas entre los años 1995 y 2000, se habían relanzado en 2010 -cuando gobernaban el kirchnerismo y el Partido de los Trabajadores- se habían estancado porque los dos gobiernos sudamericanos no cedían a algunos pedidos europeos, fundamentalmente en temas tales como compras públicas, protección de patentes, marca de origen y comercio de servicios. Dada la asimetría de competitividad en estos aspectos, el MERCOSUR pedía un trato preferencial. Y a su vez, mayores cuotas para productos primarios agroalimentarios. Finalmente, los sudamericanos optaron por flexibilizar y conceder en los temas críticos, para sacar el acuerdo. El comunicado de la Comisión Europea que fue publicado inmediatamente tras el anuncio presenta al acuerdo con el MERCOSUR como el mejor de los tres para las empresas del viejo continente en materia de ahorro arancelario.

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El interés de Mauricio Macri y Jair Bolsonaro por acelerar la concreción del acuerdo tiene seguramente una relación con los objetivos de política doméstica. Macri lo presentará como uno de los grandes logros de su Presidencia y esto formará parte del mensaje de campaña electoral. Seguridad, obras públicas y “retorno al mundo”, los pilares principales de la fórmula Macri – Pichetto.