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LA DEVALUACIÓN Y LA OPINIÓN PÚBLICA

La popularidad de la Presidenta cayó. No sabemos, aún, de cuánto fue la caida: hay diferentes mediciones y sus resultados son disímiles. Pero todas coinciden en que la devaluación y el consecuente aumento de la inflación no pasaron desapercibidos en el humor social. Era lo esperable, ya que la situación económica personal es uno de los principales predictores del comportamiento político.

El interrogante, ahora, es como seguirá la curva de la imagen presidencial después del verano. En el pasado, cuando los presidentes comenzaban a caer ya no se volvían a levantar. El tramo final de las presidencias era una pendiente de popularidad. Hasta que el kirchnerismo rompió el molde. En 2009, en el contexto de la crisis financiera mundial, el conflicto con los productores agropecuarios, la guerra contra el principal grupo de comunicación, y la parálisis económica local, la imagen de Cristina Fernández de Kirchner alcanzaba su registro más bajo de todo el período. Ese mismo año, el kirchnerismo no hizo un buen papel en las elecciones legislativas y hasta se especulaba con un término abrupto de la era K.

No obstante, tras el verano de 2010, al ritmo de la recuperación económica la imagen presidencial volvió a subir. La creciente pegó un salto cualitativo con el inesperado fallecimiento de Néstor Kirchner y en las elecciones de 2011, el gobierno que antes parecía a punto de derrumbarse fue reelegido con el mayor porcentaje de votos desde la democratización de 1983. El electorado es volatil. Y los analistas aprendimos que los caídos podían volver a levantarse.

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¿Puede el kirchnerismo volver a recuperarse, como en 2010, y ser otra vez el protagonista de las elecciones por venir? Las condiciones no lucen tan favorables. La reactivación de la economía, puntapié inicial del resurgimiento y posterior reelección de CFK hace algunos años, aún no se vislumbra. Es cierto que el mes de enero último dejó una fuerte sensación de crisis económica flotando en el ambiente, y que si eso se supera, la opinión de la sociedad sobre el kirchnerismo sin dudas mejorará. Para que ello sea posible, el desafío más inmediato es dominar la inflación del presente.

De esta evolución dependerá, en buena medida, el éxito electoral del peronismo en 2015. Aún cuando presidenciables como Scioli o Massa -sobre todo este último- tiendan a despegarse de la experiencia actual, el no-peronismo podría avanzar posiciones si la campaña electoral tiene lugar en un país inflacionario y con deterioro social. En especial, la batalla antiinflacionaria incidirá en el futuro electoral del kirchnerismo dentro del peronismo. El desempeño de sus precandidatos en las primarias mucho tendrá que ver con la evaluación social de la gestión. Y lo mismo cabe para la herencia kirchnerista una vez que CFK abandone el poder. Si culmina su presidencia con comodidad y apoyo social, la actual Presidenta podría ser, ella misma, una dirigente influyente en la política post-2015. Como vemos, hay mucho en juego en las próximas mediciones de inflación.