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EL RIESGO CHINO

La economía china ya no brilla como antes. Luego de tres décadas de altísimo crecimiento, en los últimos años viene moderando su dinamismo debido al menor empuje de la inversión y de las exportaciones. Siendo el principal consumidor de materias primas del planeta, esto le da un nuevo impulso a la baja a los precios, complicando el panorama del sector externo argentino.

En el último trimestre de 2014, el PBI chino creció sólo 1.5%, siendo el más bajo de los últimos 30 años. Con este resultado, el año pasado acumuló un alza de 7.4% i.a., casi 0.5 pp. inferior al del año anterior. Así, luego de mostrar crecimientos superiores al 11% anual entre 2002 y 2011, contribuyendo de manera decisiva al mejor período histórico de la economía mundial, en los últimos tres años registró una expansión promedio del 7.5% anual y se espera que en 2015 continúe esta tendencia. El consenso prevé un alza de “apenas” 6.8% i.a.

China es la segunda economía del planeta (medido en dólares corrientes, USD10 billones 40% inferior a los Estados Unidos y 20 veces más grande que la Argentina) y la principal demandante de materias primas. El “enfriamiento” que viene mostrando le pone una barrera a la recuperación del PBI mundial. De hecho, si bien el mundo se está recuperando gradualmente (en 2014 creció 3.3%, como en 2013), la contribución de China y de las economías emergentes es cada vez menor, al mostrar un crecimiento en desaceleración (4.4% en 2014 vs 4.7% en 2013) mientras que los países centrales, con Estados Unidos a la cabeza, aceleran su crecimiento. Para este año se espera se afiance la tendencia, con el mundo desarrollado creciendo al 2.4% i.a. (+0.6 pp. que en 2014) mientras que los emergentes lo harán al 4.3%.

En este contexto, las perspectivas para los precios de las materias primas no son alentadoras. De hecho, tras el récord alcanzado en 2011, las cotizaciones vienen en baja y este año profundizarán la caída dado que al menor dinamismo de la demanda, se suma el incremento de la oferta. Al respecto, vale destacar que la caída del precio de la soja obedece en parte al récord en la producción. Respecto del petróleo, tal como lo comentamos en los Analyticos 297 (“Petróleo: ¿Regreso a 1986?”) y en 299 (“El Petróleo late, los commodities tiemblan) la fuerte caída de precios de los últimos tres meses, alcanzando el nivel más bajo desde enero de 2009, se relaciona directamente con el fuerte incremento en la producción de crudo en Libia e Irak, además del salto en combustibles no convenciones en Estados Unidos, ante un contexto en el que los miembros de la OPEP mantienen intactos sus planes de producción, todo lo cual se refleja en un fuerte aumento en los inventarios.

Para la Argentina, la dinámica de la economía china es vital. Actualmente, el gigante asiático representa 7% de las exportaciones totales de nuestro país y un 30% de los productos agropecuarios (el 95% de lo que le vendemos es soja y aceite de soja). Las ventas a China vienen en caída desde 2011 y acumulan una merma del 24%, destacándose la reducción del 18% durante el año pasado. Mientras las exportaciones vienen ajustando, las importaciones desde China son cada vez mayores: si bien en 2014 cayeron 5%, su participación en el total subió al 17%, vs 14% que tenía en 2010. De esta manera, el comercio bilateral muestra un rojo de casi USD6.000 M, cuatro veces superior al de 2010 y muy alejado del superávit de USD1.200 M de hace diez años. Así, con la caída de 20% en el precio de la soja y con el alza de las importaciones producto de los acuerdos firmados para obras de infraestructura (recordemos que China financia obras pero con la condición de ser principal proveedor de maquinaria y equipos), el déficit comercial seguirá creciendo este año.

Así las cosas, si bien el financiamiento de China a través de los swaps fue determinante para lograr la “pax” cambiaria, el efecto neto sobre las cuentas externas resulta cada vez más negativo. Exportaciones que no logran diversificarse -incluso con cada vez menos cantidades y precios en baja- y con mayor penetración de las importaciones obliga al gobierno a plantear una estrategia de inserción más equilibrada de manera de reducir la vulnerabilidad externa.

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