Analytica

MERCOSUR – UE ¿QUÉ PASA?

El avance de la Alianza del Pacífico está produciendo un cambio dentro del establishment político y económico brasileño. Una de las características de la tradicional alianza entre los industriales paulistas y los funcionarios del Planalto e Itamaraty fue el proteccionismo y la reticencia a asumir demasiados compromisos en las negociaciones comerciales internacionales. Pero ahora, este mismo establishment pareciera temer quedar afuera de una competencia por los mercados de exportación de Europa y Estados Unidos en manos de una red de países que ocupan la costa suramericana y está capitaneada nada menos que por México.

La Alianza del Pacífico, recordemos, está integrada por cuatro países que ya tienen acuerdos comerciales preferenciales, de tipo bilateral, con la Unión Europa y con los Estados Unidos: México, Colombia, Chile y Perú.

Y está desarrollando una arquitectura jurídica comercial para fusionar toda esa red de tratados, llevando los aranceles internos a cero, armonizando normativas y unificando las representaciones diplomáticas. Varios de los cuatro países tienen acuerdos con Japón, China, Corea del Sur e Indonesia, y están conversando nuevos tratados en forma conjunta, ya como área unificada de libre comercio.

Los países del MERCOSUR liderados por Brasil tenían otra estructura de intereses. Grandes productores de granos y con proyectos industriales intermedios, querían reducir todo lo posible las barreras agrícolas y mantener cierta protección sobre los productos industriales de origen nacional. Las propuestas europeas, en general, iban en la dirección opuesta. Desde 1995 y aún antes, las dos regiones vienen llevando adelante negociaciones para llegar a un acuerdo comercial, y éste nunca vio la luz. Hubo, en estas casi dos décadas, diversas rondas y propuestas de diferente calidad. Brasil mucho tuvo que ver en el encajonamiento de las mismas.

Hay que aclarar que no sólo el cambio inducido por la Alianza del Pacífico en Brasil modificó el panorama. Los europeos también están mejor predispuestos que antes. Es la región de menor crecimiento mundial, y muchos productos agrícolas -entre ellos, el trigo- alcanzaron un arancel cercano a cero por la baja producción.

Esta última etapa de reanudación de las negociaciones, relanzada con fuerza en noviembre pasado, se caracteriza por su hermetismo. Hay muy poca información, aún entre los propios negociadores. La delegación europea aplazó, en diciembre, la reunión técnica del área de bienes y servicios para fines de enero, y una versión arguye que no se había cerrado la agenda por desacuerdos entre Brasil y Argentina. Desde nuestro país se sostiene que los europeos quieren debilitar la posición argentina, con el fantasma de su exclusión del acuerdo. Pero eso significaría, nada menos, que la ruptura del MERCOSUR. Nada indica que estemos cerca de esa posibilidad: que la Argentina hoy haya asumido una posición más dura, no borra la historia ni sus intereses favorables al cierre del acuerdo.

Por Julio Burdman