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UN NUEVO CICLO

Con la elección de Mauricio Macri como presidente termina el ciclo kirchnerista, uno de las etapas políticas de mayor duración de la historia argentina contemporánea. Más de 12 años en la administración del estado reconfiguraron las estructuras de poder, las alianzas entre sectores productivos y del trabajo y la forma de hacer política.

 El estrecho resultado (menos de 3 puntos, unos 700 mil votos) exige que el nuevo gobierno asuma la administración bajo distintas formas de acuerdos que permitan asegurar la gobernabilidad, tanto en la Nación como en la conflictiva provincia de Buenos Aires. La matemática dice que Córdoba le aseguró a Macri la presidencia, pero aún así Cambiemos no cuenta con el número de legisladores suficientes para asegurar mayorías parlamentarias y tiene pocos gobernadores propios (incluso aliados). Sin embargo, el inédito apoyo en los distritos más grandes del país (manejará los presupuestos nacional, de la PBA y de la Ciudad de Buenos Aires, además de Mendoza y Jujuy como aliados) permite imaginar un poder de fuego nunca antes visto, ni siquiera en los tiempos del primer peronismo.

 La gran derrotada es la presidente Cristina Fernández de Kirchner. Perdió la provincia de Buenos Aires con su elegido para la gobernación, y todos sus candidatos hicieron mediocres elecciones (Axel Kicillof, Julián Alvarez, etc). El Frente para la Victoria resignó más de medio centenar de intendencias en la provincia de Buenos Aires, mientras Scioli ganó el domingo por 2 puntos en la provincia que gobernará hasta el 10 de diciembre, unos 1.3 millones de votos más que en la primera vuelta.

 Es evidente que la estrategia electoral del oficialismo, basada en la llamada “campaña del miedo” no alcanzó. Scioli recuperó votos en la tercera sección electoral de la PBA y en las provincias del norte, territorios históricamente peronistas. Pero esa misma lógica de campaña le hizo perder, por mayor diferencia, en distritos estratégicos como Córdoba, Santa Fe, CABA, Mendoza y Entre Ríos.

 Hubo, por parte de Mauricio Macri, cierta sobreestimación del resultado electoral. Su jefe de campaña y sus operadores hablaban de 10 o más puntos de diferencia en el balotaje, y cometieron el mismo error que Scioli en la primera vuelta, generando una expectativa que opacó el histórico triunfo. Pero en estos primeros días, indicando las líneas centrales de su futuro gobierno y sobre todo, los nombres que comandarán la economía, ese error electoral pasará a segundo plano.

 Con un resultado tan estrecho, la relación con Sergio Massa y el Frente Renovador será clave para Macri en lo nacional y en la provincia de Buenos Aires donde el Frente Renovador es vital para asegurar gobernabilidad. Es claro que los 5.4 millones de votos que obtuvo en octubre pesaron en los porcentajes del balotaje, indicando que la sociedad no está buscando extremos sino antes bien ejecutivos centristas que resuelvan problemas concretos.

 El fin de ciclo llegó. Uno nuevo comienza. Palabras como gobernabilidad, consensos, responsabilidad política de oficialismo y oposición, formarán seguramente parte del nuevo diccionario político de la Argentina que viene. El desafío de la nueva administración será poner todas esas palabras en valor, en forma ordenada. Esta es, tal vez, la demanda que expresaron los argentinos el 22-N.