Analytica

VIENTOS DE CAMBIO

Poco a poco, y mientras la sociedad continúa digiriendo el hecho de que el FpV (en el poder desde el 2003) abandonará la Casa Rosada en pocos días, vamos conociendo la fisonomía de lo que vendrá a partir del 10 de diciembre. Se acercan tiempos muy distintos, acaso más de lo que muchos pueden imaginar hoy. Sobran los motivos para cimentar esta tesis.

No hay dudas de que la idea que tiene Cambiemos sobre cómo se debe gobernar el país es radicalmente distinta a la del FpV (sobre todo, a su versión cristinista). No casualmente el nombre del frente electoral ganador apela a cambiar y su líder Mauricio Macri siempre estuvo en la vereda opuesta al FpV y fue crítico desde el mismo comienzo del kirchnerismo. Y lo mismo ocurrió con los integrantes de su futuro gabinete (salvo Lino Barañao, claro).

Además, los incentivos (y la necesidad, sobre todo en lo económico) para cambiar siempre son elevados por estas pampas.  Los nuevos presidentes quieren, y deben, imponer su impronta rápidamente (a los argentinos, se sabe, le gustan los presidentes fuertes, aunque no tanto) cuando llegan a la Casa Rosada (y máxime si provienen de la oposición).

Ya se perciben cambios en los modos y los tonos que emana la alta política. Habrá menos cadenas nacionales, y más entrevistas a agenda abierta y conferencias de prensa. Habrá más diálogo (también por necesidad) entre oficialismo y oposición. La política intentará que la sociedad reduzca el nivel de conflicto. No será fácil, y no depende sólo del Gobierno sino de la actitud de la oposición. El discurso oficial será menos épico y se hará más pedestre, fiel al estilo que desplegó Macri en sus dos gestiones como jefe de Gobierno.

Pero los cambios no se limitarán a modos y tonos. Macri cree que debe cambiar el régimen económico, que la política exterior exterior debe reorientarse, que debe haber mayor transparencia institucional y un Estado más eficiente. Buscará, asimismo, cimentar su apoyo político más en la sociedad que en las corporaciones (que no son sólo las grandes empresas, cabe aclarar),  buscando un diálogo político más transparente y menos discrecional. El éxito que tenga para implementar su ambiciosa agenda dependerá de su pericia política ya que no tiene, por ahora, tanto poder como el que supo amasar el FpV. El diálogo, además de una creencia sobre cómo se debe hacer política, será, además, una necesidad.

Es una agenda de largo aliento. El éxito en el frente económico será determinante para dotarlo de poder político y ofrecerle el espacio necesario para encarar la agenda más estructural e institucional que se propone. Soplan vientos de cambio.