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CARTAS SIN MARCAR

Luego de haber controlado el mercado cambiario y con las reservas internacionales en aumento, el principal desafío es domar a la inflación. Es un punto clave, no sólo por para la consolidación del proceso de normalización económica sino también para el fortalecimiento político del flamante gobierno. La meta anual de (20-25% para 2016) apunta a contener las expectativas y logar que los precios presenten un alza muy similar a la que tuvieron el año pasada. Si bien mejoramos nuestras perspectivas para este año, los inminentes ajustes de las tarifas y el gradual traslado a precios de la devaluación le pondrán un piso elevado a la inflación que estimamos en torno de 30%.

De acuerdo al IPC que elabora el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires –IPC CABA- (este será nuestra base de referencia hasta que el INDEC publique el nuevo índice), en diciembre los precios tuvieron un salto de 3.9%, duplicando el registro promedi  junio-noviembre (1.8% mensual). Con este resultado, el año pasado cerró con una inflación del 27% i.a., la segunda peor marca de la última década (sólo superado en 2014 cuando superó 35%).

La aceleración de diciembre impactó porque, si bien fue generaliza, se destacó en alimentos y en medicamentos, productos claves en el bolsillo de las clases bajas y en los jubilados. Concretamente, los precios de los alimentos subieron 4.9% impulsado por el alza de 15% en “carnes y derivados” (representa el 4.4% del IPC-CABA), siendo el mayor incremento de la década. Peor aún fue la evolución en los productos farmacéuticos que saltaron casi 20% en diciembre, acumulando 40% en el año. Lo que permitió contener la escalada fue la estabilidad de las tarifas de los servicios públicos (entre agua, gas, luz y transporte representan el 7% del total del IPC).

Si bien en los próximos meses los precios de los alimentos y medicamentos tenderán a estabilizarse, esperamos que en el primer trimestre la inflación promedie 3% por mes. Los precios se irán adaptando al nuevo tipo de cambio, movimiento que se suma al ajuste importante previsto en las tarifas de algunos servicios públicos, como en gas y electricidad. De esta manera, las negociaciones paritarias se desarrollarán con un “termómetro” de inflación que marca más del 30%, distribuído de manera heterogénea. En este marco el objetivo del gobierno es lograr que los acuerdos no superen 30%, para consolidar un proceso de nominalidad descendente de la economía.

El nuevo gobierno es sensato, reconoce el problema y plantea una hoja de ruta para atacarlo. La apuesta del equipo económico es que con estabilidad cambiaria y con una política monetaria que apunte a moderar la expansión (el BCRA redujo el crecimiento de la Base Monetaria de 43% a 33% i.a. en el primer mes de la nueva gestión) el ajuste de precios más fuerte se observe en el primer semestre. Luego la inflación se estabilizarían en la segunda mitad del año  para cerrar el año ente un rango, a nuestro juicio optimista, de 20%/25%.

Así las cosas, la inflación será la protagonista de la agenda del primer trimestre y lograr reducirla será determinante para lo que resta del año.

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