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LLEGÓ EL AJUSTE

No existe tal cosa como un almuerzo gratis (free lunch). El sinceramiento de algunos precios relativos y mejorar el resultado de las cuentas fiscales tendrán impacto negativo sobre el consumo y la inversión en el corto plazo. La aceleración de la inflación, la actualización en las tarifas y el encarecimiento del crédito están golpeando. El desafío del gobierno será acomodar el cuerpo lo antes posible para estabilizar la actividad a partir del segundo trimestre y lograr el despegue en el segundo semestre. Para ello será determinante el éxito en bajar la inflación y generar las condiciones necesarias para recuperar la inversión.

Concretamente, tras la unificación cambiaria que derivó en una devaluación de más de 40% la economía empieza a sentir los impactos que, como destacamos a lo largo de todo el año pasado, no tardaron en llegar. La inflación, que venía a velocidad crucero del orden de 2% mensual, saltó a 4% entre diciembre y febrero, dada la combinación de suba de precio de los alimentos y ajuste en las tarifas de electricidad. Eran efectos que no podían estar ausentes del análisis, dado que la mayoría de los precios relevantes de la economía estaban regidos por tipo de cambio oficial. Es tan cierta esta dinámica como aquella que iba a conducir a ajuste desordenado, con un tipo de cambio mucho más elevado, si no se unificaba el mercado cambiario.

Mientras se va buscando ordenar los precios relativos, el consumo siente el impacto pues aun los salarios no ajustaron y el mercado laboral se encuentra estancado. El primer impacto lo tuvieron los bienes durables pues en enero la venta de autos y motos que se venía recuperando en el segundo semestre de 2015 arrancó el año cayendo 15% y 7% i.a. respectivamente, siendo el peor enero de los últimos 8 años. Un indicador más integrador como la recaudación por IVA también arroja un resultado preocupante al crecer muy por debajo de la inflación (24% vs 28% respectivamente).

La contracción no es exclusiva de la demanda dado que lo mismo se puede apreciar con la oferta. Pese a la liberalización del mercado de cambios y de la mejora en la competitividad, con el encarecimiento del crédito sumado a la muy floja demanda desde Brasil (principal destino de las exportaciones industriales) la industria no da señales de recuperación: la producción de autos continuó en baja y anotó una merma superior a 30% i.a. Siguiendo este comportamiento la producción de cemento registró una caída de 9% con lo cual esperamos que el ajuste en la actividad industrial y de la construcción continúe al menos en lo que resta del primer trimestre.

El gobierno confía en revertir esta dinámica con los frutos de una inflación en baja y mayor inversión que recomponga el mercado laboral. No será un camino fácil: con los ajustes aún pendientes de las tarifas y de otros precios relativos que reaccionan más tarde al nuevo tipo de cambio, no prevemos que la inflación pueda perforar el 30% i.a. (aunque proyectamos menos dinamismo en el segundo semestre). Para todo el año, prevemos un alza de precios del 32% en tanto que los salarios difícilmente puedan mejorar por encima del 28% en promedio. Por otro lado, si bien el ajuste monetario es clave para estabilizar el mercado cambiario y controlar la inflación, la contracara será tasas de interés más altas que terminarán limitando la recuperación del consumo, en especial de bienes durables.

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