Analytica

DE LO URGENTE A LO IMPORTANTE

Macri completó la agenda de corto plazo dando los pasos necesarios para ordenar una economía muy desequilibrada. Salió del cepo, ajustó el tipo de cambio, aumentó las tarifas y está concluyendo el capítulo del default. El camino es doloroso, especialmente para los estratos sociales más bajos que sienten de lleno el impacto de la aceleración de los precios. Ahora se viene una nueva agenda en la que el gobierno deberá poner en marcha un plan que apunte a resolver los problemas importantes: bajo crecimiento y alta inflación.

Concretamente, en los primeros 4 meses de gestión el gobierno se encargó de resolver lo urgente para evitar la crisis y asumir los costos de entrada. La salida del cepo y la devaluación fueron pasos ineludibles para estabilizar el mercado cambiario que había consumido gran parte de las reservas internacionales, dejando al país a un paso de una crisis de balance de pagos. Así las cosas, el tipo de cambio se estabilizó en torno a $14.5 que, junto con la quita de retenciones (o reducción para el caso del complejo sojero) permitieron una importante mejora en el tipo de cambio efectivo, aunque no lo suficiente como para esperar un “salto exportador” y recomposición del saldo comercial al estilo 2002. Recordemos que, de acuerdo a nuestra visión, el atraso cambiario llegó para quedarse y el equilibrio del balance de pagos se logrará vía apertura financiera.

Acto seguido, la herencia de un déficit primario de 4.5% del PBI (el global sube 7% del PBI) en un contexto de presión tributaria récord obligaba a encarar un plan para ordenar las finanzas públicas. Esto requerirá cambiar la lógica de la era k: que los ingresos crezcan por encima de los gastos. Para ello empezó a cortar por los subsidios, que el año pasado llegaron a casi 6% del PBI. Con ese marco, avanzó en la reducción de subsidios a la electricidad, gas, agua y transporte que si bien no alcanzan a corregir el desequilibrio fiscal, marcan un cambio de tendencia de cara a 2017. La magnitud del rojo fiscal impide un ajuste de “tipo shock”. Dicho de otro modo, con la baja en las retenciones y suba del mínimo no imponible, sumado a los ajustes en jubilaciones y demás gastos “inelásticos” no vemos muchas chances de mejoras considerables en las cuentas públicas durante este año.

Teniendo en cuenta que con la devaluación y cierta desaceleración del gasto no serán suficientes, el gobierno lógicamente avanzó en la salida del default. Es un paso clave en el que tuvo que mostrar habilidad no sólo para negociar con los holdouts, sino también para lograr consensos en el Congreso. Tras tres meses de intensas gestiones en Nueva York, logró que el Juez Griesa allane el camino para emitir títulos de deuda en el mercado sin riesgos de embargos y, de esta forma, salir del “veraz”. Así, realizó una emisión de deuda récord por USD16.500 M en bonos a 3, 5, 10 y 30 años. Los acuerdos alcanzados con los distintos holdouts suman USD14.100 M que con las quitas de punitorios se reducen a USD8.500 M, que serán saldados después de la colocación. De los USD8.000 M restantes, USD2.500 M se utilizará para cancelar los atrasos de la deuda reestructurada con legislación extranjera quedando un saldo de USD5.500 M que ingresarán a las arcas del Tesoro y se utilizarán a lo largo del año para cubrir el bache financiero.

De acuerdo a nuestro escenario base  las necesidades financieras en moneda local ascienden a $430.000 M. El gobierno ya anunció que $160.000 M serán financiado por el BCRA, $82.500 M (USD5.500 M) vendrían de la colocación de esta semana y para el resto deberá combinar entre emisiones en el mercado interno (estimamos $100.000 M) y préstamos netos de organismos internacionales.

Claro que toda esta “cirugía” no está exenta de costos. La devaluación y ajuste de precios relativos con un gobierno que pecó de un diagnóstico equivocado en cuanto a la dinámica inflacionaria le dieron un fuerte repunte a los precios, especialmente en la zona metropolitana donde reside más de un tercio de la población total. En los últimos cuatro meses los precios en Capital subieron 16% y en abril y mayo, producto del ajuste de las tarifas en servicios públicos y transporte sumarán un incremento del 10% adicional, por lo que esperamos que a junio los precios acumulen un alza muy por encima del 40% i.a.

Tal como lo comentamos en el Analytico#365 (“Un ajuste desparejo”) el mayor peso de este “ordenamiento” lo están sintiendo los estratos sociales más bajos que no se benefician por el impacto de las mejoras impositivas y en forma parcial por los aumentos dirigidos. Las subas pautadas en la AUH, en la jubilación mínima y en las asignaciones familiares quedan por debajo de la inflación. Es por ello que no nos sorprende las medidas recientes anunciadas por el presidente, entre las que se destacan la reducción del IVA para la compra de alimentos, asignaciones familiares para los monotributistas y el cobro excepcional de $500 en mayo. Sin dudas es un “parche” que servirá en tanto y en cuanto la inflación comience a aflojar.

Así las cosas, aunque con defectos y virtudes, se inicia una nueva etapa para el gobierno de Cambiemos. La apuesta a asumir los costos de entrada deberá mostrar resultados favorables en el segundo semestre. Sin cepo, sin default, con menores expectativas de devaluación se deberá virar a una agenda que apunte a retomar el crecimiento de la mano de la inversión en sectores claves que permitan mejorar la eficiencia de la economía en el mediano plazo. Hay una nueva apuesta por la Argentina, que no puede ser desaprovechada.

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