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LA INFLACIÓN BAJA

La aceleración inflacionaria es el mayor costo que está afrontando el gobierno. La distorsión de precios no es sólo entre bienes y servicios sino también a nivel regional dado el inequitativo reparto de subsidios que estableció la administración anterior. El acomodamiento de precios relativos elevó la inflación por encima de 40% provocando una fuerte caída en el poder de compra y por ende del consumo. Si bien la distorsión de precios está lejos de resolverse, la buena noticia es que se observan claras señales de desinflación aunque la duda es la velocidad dada las señales mixtas que dio el IPC “core” en Capital y en el conurbano.

Concretamente, de acuerdo al flamante índice de Precios al Consumidor para Capital Federal y el Gran Buenos Aires (IPC-AMBA) que publicó el INDEC, en junio la inflación fue de 3.1% y marcó una importante desaceleración respecto a mayo, mes en el que había registrado un alza de 4.2%. El menor dinamismo lo explicaron los precios de los bienes que subieron 2.2%, muy por debajo del 4.8% registrado el mes anterior, en tanto que en los servicios se aceleró al marcar una suba de 4.5%, 1.2pp más que en mayo. El menor incremento en los precios de los bienes lo determinó la suba de apenas 0.3% en indumentaria (vs 2.3% en mayo) y alimentos que saltaron 3.2% (0.5 pp menos que el mes anterior) gracias al menor incremento en los precio de los lácteos. En el caso de los servicios, la aceleración obedeció a las subas en los rubros de vivienda (7,1% por el incremento en expensas y gas), en gastos para la salud (7% por los ajustes en las prepagas) y en equipamiento para el hogar (4.7%). La aceleración en los precios de los servicios, aunque en varios casos son transitorias, elevó de 2.7% a 3.0% la inflación “core” (o subyacente).

Similar tendencia mostraron los resultados publicados por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (IPC-GCBA) que en junio presentó un alza de 3.2%, 1.8 pp menos que en mayo y la mitad que en abril, siendo el menor incremento mensual desde noviembre del año pasado. La mala noticia es que en los últimos doce meses acumuló un alza del 47% i.a., el peor resultado desde 1992. A diferencia del registro del INDEC en que el menor dinamismo de los precios de los bienes fue compensado en parte por la aceleración en los servicios, en CABA se observó desinflación en ambos: los bienes subieron 2.3% (vs 4.9% en mayo) y servicios 4.0% (vs 5.1% del mes anterior). Analizando por capítulos, la desaceleración fue generalizada salvo en salud (por prepagas). Lo llamativo de esto es que la “core”  subió a 3.6%, 0.3pp más que en mayo y la más alta desde enero.

Más allá de este resultado, creemos que esto obedece a cuestiones de ajustes de precios relativos que la “core” no puede apartar y no lo consideramos que marque tendencia. En otros términos, creemos que el proceso de desinflación continúa. De hecho, de acuerdo a los índices de precios que van publicando las provincias la dinámica ascendente de los precios es cada vez menor. En Córdoba, el IPC marcó un alza de 2.7%, casi 2 pp menos que en mayo (la “core” fue de 2.6% vs 3.6% del mes anterior) en tanto que en Mendoza fue de 2.0%, muy por debajo del 5.0% del mes anterior.

Así las cosas, con un mercado cambiario estabilizado y sin nuevos ajustes en las tarifas de servicios públicos el proceso de desinflación continuará. Esperamos que este mes el IPC marque un alza en torno al 2.5% y ya para agosto podrá situarse en torno al 2%. Será clave lograr este objetivo para que el BCRA pueda continuar con la baja de tasas y los salarios recuperen poder de compra tras un primer semestre en que soportaron, en términos de poder adquisitivo, la mayor caída de la última década. De no cumplirse, la presión sindical le agregará incertidumbre y volatilidad a una economía que busca la estabilización para volver a crecer.

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