Analytica

TARIFLACIÓN

El ajuste de tarifas fue determinante para la aceleración de la inflación durante el año pasado. Por la distribución de los subsidios, el impacto fue mucho más marcado en Capital federal que en el resto del país. El enorme retraso en las tarifas de servicios públicos obligó a este salto discreto que golpeó con fuerza a los salarios y al consumo. Este año los ajustes de precios regulados serán determinantes para que el BCRA cumpla con la meta de inflación sin necesidad de una política monetaria tan dura. A primera luz, el objetivo de lograr una inflación inferior al 17% este año luce lejana. El remedio no es sobreactuar con la política monetaria sino restablecer las metas.

Concretamente, así como a fines de 2015 el ajuste de tipo de cambio era “número puesto”, lo mismo ocurría con las tarifas de servicios públicos que tenían doble condición de generar elevado costo fiscal y no generar las condiciones necesarias para la inversión en el sector. La política monetaria fue muy exitosa en limitar el traspaso a precios de la devaluación (el pass trough fue relativamente bajo, aunque no nulo como estimaba el gobierno a la hora de asumir), pero poco podía hacer para controlar el enorme ajuste de las tarifas de servicios públicos que fueron desde el transporte hasta  agua, luz y gas. Esto tuvo una complicación extra: hubo error en la implementación y el gobierno tuvo que retroceder, generando incertidumbre en el proceso de ajuste de precios relativos.

Dada la distribución vigente de los subsidios económicos, el mayor impacto de los ajustes tarifarios lo sintió la ciudad de Buenos Aires mientras que en el interior fue un tanto más moderada. En los hechos, pese a la contundente desinflación del segundo semestre, en el que la inflación mensual bajó a casi la mitad respecto al salto que había tenido entre enero y junio, el IPC en la Ciudad de Buenos Aires (IPC CABA) cerró el 2016 con un alza del 41%, 14 pp por encima de la de 2015 y 3 pp mayor a la de 2014. Analizando la evolución del IPC en el resto del país, si bien siguió la misma tendencia, el incremento de precios en 2016 fue de 33%, casi 4 pp más que en 2015 aunque en este caso fue menor al 38% i.a. registrado en 2014. El principal determinante que explica esta diferencia fue la incidencia de los ajustes de las tarifas en el IPC tanto por el incremento como por la distinta ponderación en la canasta de consumo.

Para este año, nuestro escenario base apunta a que los precios regulados (representan el 20% del IPC) tendrán un alza del 25% (vs 70% en 2016) con lo que le aporta 5,5pp al IPC de 2017, un tercio de la contribución del año pasado. Así las cosas, para cumplir la meta del BCRA de entre 12% y 17% de inflación, el IPC “core” y “estacionales” no podrá ser superior al 14% ó 1,1% por mes.

El BCRA viene muy bien encaminado para cumplir la meta de inflación del IPC libre (de hecho, diciembre habría cerrado muy cerca del 1,2%), pero no tiene mucha injerencia en controlar los ajustes de los precios regulados y lo obliga a sobreactuar con las tasa de interés. En este sentido, creemos que la política de tasas de interés que lleva adelante el ente monetario es muy costosa para el nivel de actividad pues, los mecanismos de transmisión son débiles en este contexto de ajustes de precios relativos. Es más sano flexibilizar la meta que seguir sosteniendo una tasa de interés tan alta.

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