Analytica

BAJO EL ASEDIO DE LA GEOPOLÍTICA

Por Julio Burdman.

El contexto internacional del ciclo económico argentino y latinoamericano registra una intensidad geopolítica pocas veces vista en las últimas décadas. En 2017, y por todo un año al menos, el análisis político-económico cuenta con una variable adicional, que debe ser estudiada en forma sistemática y permanente: la política mundial.

Desde los años noventa y hasta nuestros días, el entorno político de la economía y los negocios en Argentina fue local. Importaban fundamentalmente los cambios (y las estabilidades) de los gobiernos, el desempeño de las instituciones, y la orientación de sus políticas económicas.

Aún cuando el país no estuvo exento de posibles shocks políticos externos y regionales, el poder internacional centrado en Estados Unidos y la globalización fueron, durante un cuarto de siglo, procesos relativamente estables. Los gobiernos de Bill Clinton (1992-2000), George Bush Jr. (2000-2008) y Barack Obama (2008-2016) fueron garantes de esa estabilidad.

Los tres, Clinton, Bush y Obama, llamaron enfáticamente a votar por la candidata que perdió, a la sazón esposa del primero y Secretaria de Estado del tercero. Espantados por la posibilidad de que ganase el candidato que podía alterar esa estabilidad. Si Trump logra avanzar con todo lo que anunció durante la campaña, el cimbronazo será importante. En grandes líneas, lo que ha planteado «The Donald» es un camino de desglobalización para los Estados Unidos. Su diagnóstico es que esa misma globalización que Estados Unidos construyó, ya dejó de resultarle funcional, y por ello debe ser revisada. Con ese planteo inicial, Trump pone en cuestión todo aquello que era estable: la relación con China, la alianza con Europa, las políticas pro-libre comercio, la OTAN, los tratados, y más. Más incógnitas que certezas: aún no sabemos si lo logrará hacer, ni cómo lo hará. Pero sí sabemos que, de implementar tan solo una parte de ese programa -que va mucho más allá del proteccionismo económico-, la política internacional sufrirá los mayores cambios desde la disolución de la Unión Soviética.

Este año, hay muchos eventos globales que hay que seguir con atención. Incluido, desde ya, la evolución del turbulento Brasil de Temer.  Pero en especial, hay que poner la mirada en dos de ellos. Uno es Estados Unidos, y la mencionada marcha del despliegue de la administración Trump. Muchos analistas sostienen que arranca en una crisis, y que enfrentará grandes problemas para gobernar. Pero hay razones para creer que esos analistas están más guiados por sus deseos que por la realidad, y subestiman a Trump. El otro foco debe ser el ciclo electoral en Europa. Allí se pone en juego el destino de la integración -y, con ella, de los fundamentals del euro.

Próximamente, el 15 de marzo, hay elecciones parlamentarias en Holanda. Un país pequeño, pero que esta vez concita la atención mundial. El Partido de la Libertad (PVV), liderado por Geert Wilders (anti-UE y anti-inmigración de musulmanes) está liderando las encuestas, con alrededor del 30% de los votos. Si Wilders llegase al poder, sus primeras medidas apuntarán a salirse de la Unión. pero aunque gane en votos, luce poco probable que Wilders logre armar gobierno, ya que el resto de los partidos se aliarán en el Parlamento para aislar a Wilders y elegir a un primer ministro que no sea él.

La votación en Holanda puede tener un efecto contagio: al igual que la elección de Trump en noviembre, y que el plebiscito italiano de diciembre, un nuevo avance electoral de los nacionalistas de derecha se parece a un respaldo a Marine Le Pen en Francia. Allí, hay elecciones presidenciales el 23 de abril (primera vuelta) y el 7 de mayo (segunda vuelta). Hoy, las encuestas dicen que Le Pen quedaría primera en la primera vuelta, pero que se le hará muy difícil la segunda. Más adelante, el 27 de septiembre, hay elecciones parlamentarias en Alemania; allí, por el momento la elección se disputaría entre la CDU de Merkel y los socialdemócratas, pero hay un tercer partido, Alternativa por Alemania, que está alineado con los nacionalistas que hoy avanzan en todos los países, y que podría crecer en los próximos meses.

Por lo pronto, lo que habrá por estos meses es un clima de incertidumbre. Las subas del oro y de los bonos alemanes de largo plazo, como las que se vieron en las últimas semanas, son habituales comportamientos de refugio de los mercados ante la posibilidad de cambios en las políticas monetarias. Y eso es, en principio, lo que los interrogantes políticos ponen en juego en lo inmediato.