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La desaceleración de la inflación de los últimos meses no alcanza para reactivar el consumo de las familias. Si bien la estabilidad cambiaria logró mejorar las expectativas, la pérdida del poder de compra de los salarios y la falta de crédito le quitan chances a la reactivación del consumo. Ya adentrado en el largo ciclo electoral, el gobierno vuelve a los anuncios “parche” para incentivar las ventas que sólo tendrán un efecto muy limitado y de corto plazo. Sin un plan de fondo, será prácticamente imposible retomar un ciclo de crecimiento sustentable.

Tras la brusca devaluación y aceleración de la inflación de principios de 2014, el consumo privado registró la peor performance desde la salida de la convertibilidad. La combinación de ajuste de tipo de cambio, reducción de subsidios domiciliarios en el gas y ajuste del crédito en un contexto de marcado deterioro del mercado laboral fueron determinantes para explicar la caída de más de 2% en el consumo privado. La merma fue generalizada en todos los rubros y llegó hasta el consumo de alimentos.

La “pax” cambiaria alcanzada en el último trimestre del año pasado contribuyó a reducir las expectativas de inflación y a mejorar la confianza de los consumidores. De acuerdo al índice que elabora la Universidad Di Tella, la confianza de los consumidores mejoró por cuarto mes consecutivo y alcanzó el nivel más alto desde octubre de 2013. Esta mejora permitió estabilizar el nivel de consumo, que en el margen da señales de una leve recuperación: en febrero las ventas en supermercados y shoppings crecieron 0.2% i.a. luego de siete meses consecutivos de caída. La esperanza del gobierno es que a medida que se vayan cerrando las negociaciones paritarias con subas superiores al 30%, los salarios volverán a crecer en términos reales y con ello, el consumo afianzaría su recuperación. Parece un escenario muy optimista dado que hay señales que el “veranito” en los precios se va terminando.

Fiel a su estilo, el gobierno vuelve a confiar en la intervención del estado para revertir el ciclo recesivo. El viernes pasado CFK anunció nuevas medidas para reactivar el consumo. Mientras el crédito a las familias sigue en caída libre (en 2014 cayó más de 10 pp. en términos reales), los 8 millones de usuarios de la tarjeta SUBE podrán utilizarla para acceder a descuentos y promociones en los comercios adheridos. También se anunció el plan canje de electrodomésticos (RENOVATE) para reactivar las ventas de lavarropas y heladeras, no sólo con el objetivo de reactivar las ventas del sector (en 2014 cayeron 10% i.a. y 25% i.a respectivamente) sino también buscando un uso más eficiente de energía. Extraña manera (al tiempo que paradójica) de combatir la crisis del sector energético: mejorar la eficiencia en el consumo de energía exige esfuerzos mucho más importantes de los que supone esta iniciativa (lo mismo ocurrió con el reemplazo de lámparas de bajo consumo), con un esquema de incentivos y regulaciones que financien el verdadero costo de generación.

Notamos así que la política económica no tiene un programa definido, sino que profundiza los parches sin buscar soluciones de fondo. Como lo venimos destacando, la “pax” cambiaria y la desaceleración de la inflación son una solución transitoria y con un enorme costo en materia de actividad económica. Para recuperar el consumo y volver a crecer de manera sostenida, el gobierno debe promover una política de lucha contra la inflación y generar las condiciones necesarias para reactivar la inversión y el empleo.

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