Analytica

CUESTIÓN DE GASTO

La conflictividad sindical volvió al centro de la escena. El ya devenido clásico debate sobre el alcance del impuesto a las ganancias a los salarios derivó en un nuevo paro general complicando el panorama para los acuerdos salariales. Más allá de si afecta a más o menos trabajadores o si es justo o injusto, detrás del conflicto hay dos cuestiones centrales de la economía de fin de ciclo: no hay generación genuina de empleo y el poder de compra de los salarios no crece, en tanto que las cuentas fiscales continúan deteriorándose debido al mayor crecimiento del gasto por sobre los ingresos en un contexto de presión tributaria récord.

Concretamente, el estancamiento del nivel de actividad y la menor inflación le marcan el pulso a la recaudación tributaria. En el primer trimestre los ingresos del Tesoro aumentaron 32%, i.a., casi 10 pp menos del último trimestre del año pasado. El mayor impulso a la recaudación lo vienen dando los impuestos a la seguridad social que aumentaron 35% i.a., igualando la suba registrada entre octubre y diciembre de 2014. Le siguieron los ingresos asociados al nivel de actividad (ganancias y el IVA), con aumentos de  34%, 7 pp. menos que en el trimestre anterior debido principalmente al menor dinamismo de ganancias (creció 20 pp. menos que en el último trimestre de 2014). Finalmente, la peor performance la mostraron los ingresos del comercio exterior que, debido a la caída de las retenciones en el marco de tipo de cambio fijo, prácticamente tuvieron la misma recaudación que un año atrás (las retenciones cayeron 7% i.a. mientras que los derechos de importaciones subieron 16%).

Pese a la “aceptable” performance de los ingresos, las cuentas públicas se siguen deteriorando aceleradamente. De hecho, aunque en marzo el Tesoro emitió títulos en el mercado local por $5.000 M (BONAC 2016, a 12 y 18 meses, con tasas del orden del 26% i.a.) en el primer trimestre del año (datos al 27 de marzo) la asistencia financiera del BCRA al Tesoro Nacional sumó $22.300 M, casi cuatro veces más de lo que le giró en el mismo período del año pasado. La creciente necesidad de asistencia al Tesoro es lo que le da impulso a la Base Monetaria que termina el primer trimestre con un alza del orden del 30% i.a.

Como lo venimos destacando desde hace tiempo, el deterioro de las cuentas públicas no es una cuestión de ingresos sino de un gasto público que está “lanzado”. Concretamente, de acuerdo a la última (y tardía) información, en enero el resultado fiscal (sin rentas del BCRA) arrojó un déficit de casi $14.000 M, más del doble que en enero del año pasado debido a que el gasto total aumentó 45% i.a., 12 pp. que los ingresos. Vale destacar que una cuarta parte del incremento del gasto global correspondió a intereses de la deuda, que se triplicaron. Al igual que los ingresos, el gasto primario también creció menos aunque el gasto “inelástico” (salarios y jubilaciones) lo hizo a mayor ritmo (+ 44% i.a., 6 pp. más que en el último trimestre del año pasado); en tanto, el gasto “elástico” tuvo una importante desaceleración al subir “sólo” 25% i.a. casi la mitad de lo que había aumentado en los últimos meses del año pasado. Lo más relevante es la caída de 3% i.a. en la inversión pública y la desaceleración al 17% de las transferencias al sector privado. De acuerdo al comportamiento típico de un contexto electoral, prevemos que la moderación en el gasto “elástico” es de carácter transitorio y en los próximos meses volverá a tomar envión (de hecho, los subsidios siguen subiendo con fuerza, tal como marcamos en el (Analytico #311 “Sin sintonía”).

Aunque no observamos que este escenario condicione la transición, esperamos que las cuentas públicas sigan empeorando y que este año se alcance un nuevo récord de déficit fiscal. Las mayores novedades pasarán por cuánto se financia el Tesoro con el BCRA y cuánto con emisiones de deuda en el mercado de capitales local. Como toda cuestión de fondo que deja la herencia del kirchnerismo, la tarea de ordenamiento de las cuentas públicas quedará para la sucesión. Al igual que en el sector externo, el tamaño del déficit fiscal obligará a una sintonía fina, no sólo para ir moderando el bache fiscal, sino también para hacer más eficientes las formas de financiamiento.