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DÉJATE QUERER

Con la caída del precio de las materias primas y el fortalecimiento del dólar a nivel global, la Argentina agudiza la debilidad externa. La pobre performance que muestran las exportaciones profundiza el déficit en la cuenta corriente que en 2015 será el más alto de los últimos 16 años. Sin margen para un shock exportador y sin reservas para perder, Argentina deberá encarar las reformas necesarias para volver al mercado financiero global que permita una Sucesión sin shock.

Desde que alcanzaron un récord a fines del tercer trimestre de 2012, los precios de las materias primas atraviesan un ciclo de precio bajista que se consolidaría con la probable suba de tasas de interés de referencia que iniciaría la FED a partir de septiembre (ver Analytico#317 «La FED se prepara»). En los primeros cinco meses del año el Índice de Precios de Materias (IPMP) cayó 10%, acumulando una disminución del 25% respecto a un año atrás y del 40% si lo comparamos con el máximo nivel alcanzado en septiembre de 2012. Al mismo tiempo, con el fortalecimiento del dólar a nivel global y la mayor inflación de nuestro país respecto a sus socios comerciales, la competitividad del Peso medido con el Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) en mayo perdió 7% respecto a abril y más del 25% en los últimos doce meses, alcanzando el nivel más bajo desde enero de 2002. Así las cosas, la Argentina perdió dos grandes aliados que tuvo en la última década y que permitieron “esconder” las falencias que mostraba el modelo.

Con una política económica que apuntó a alejarse cada vez más del financiamiento externo y a confiar la mayor parte de los ingresos de divisas a las exportaciones (el 90% de la oferta corresponde a ventas externas de bienes) el “pecado original” fue no corregir las debilidades del complejo exportador. De hecho, el salto exportador que tuvo Argentina entre 2002 y 2011 en el que las ventas externas subieron de USD25.000 M a USD84.000 M obedeció principalmente a los mejores precios mientras que las cantidades tuvieron una performance regular, al promediar un alza de 3% anual. Ya sin la ayuda de los precios internacionales, el deterioro del tipo de cambio real y Brasil creciendo menos, las exportaciones fueron de mal en peor y entre 2012 y 2014 bajaron a USD72.000 M principalmente por la fuerte caída en los volúmenes (bajaron a razón 5% anual).

Esta tendencia se consolidó en  los primeros 4 meses de 2015 y las exportaciones cayeron 17% i.a. debido a la baja conjunta de precios y cantidades (14% y 3% respectivamente) por lo que estimamos que este año totalicen USD62.000 M, el nivel más bajo desde 2009.

El marcado deterioro que muestran las exportaciones se refleja en las economías regionales (corresponden a las ventas de frutas, hortalizas, miel, tabaco, lanas, lácteos, cueros, vinos y productos del complejo pesquero que concentran el 10% del total de las exportaciones) especialmente en el último año. De hecho, tras la salida de la Convertibilidad y hasta 2011 las exportaciones subieron a un ritmo del 15% por año. Luego de caer y recuperarse entre 2012 y 2013, las ventas externas de estos productos con alta incidencia en las economías del interior del país vienen en caída libre al marcar una baja del 8% en 2014 y del 15% en los primeros meses del año, aumentando la presión del sector por la pérdida de competitividad.

Ante este escenario de creciente debilidad exportadora, y pese a las restricciones a las importaciones que impone el gobierno para mantener el superávit comercial, el déficit de cuenta corriente sigue aumentando y este año llegaría a USD11.000 M (2.8% del PBI, el peor resultado desde 1999) dado que no es suficiente para compensar los pagos netos por servicios reales y financieros. Dicho en otros términos, la Argentina necesita que ingresen divisas financieras dado que no dispone margen para perder reservas internacionales. En un marco de default técnico, el gobierno trazó un “plan de aguante” para llegar a las elecciones sin sobresaltos en el mercado de cambios que consiste en la reinversión “forzada” de utilidades y la “apertura heterodoxa” de la cuenta capital a través de los préstamos de China y en menor medida a las emisiones esporádicas de YPF, el Tesoro y las provincias.

El “plan de aguante” no puede durar por mucho tiempo más. Sin posibilidades de contar con un shock de términos de intercambio como en el que tuvo a principios de la década pasada y de recuperar competitividad a través de un fuerte ajuste del tipo de cambio (con un piso alto de inflación y con la pobreza en torno al 25% de la población, no hay mucho margen político para una mega devaluación). Así, “la Sucesión” tendrá que afrontar un déficit creciente en la cuenta corriente con lo cual la apertura financiera será una necesidad más que una elección.

Aunque la FED inicie un una política monetaria más restrictiva que limite el flujo de capitales hacia las economías emergentes, la Argentina tiene todas las posibilidades de captar el financiamiento necesario para evitar un ajuste de shock de devaluación. Por caso, en el último año sobre un flujo de USD120.000 M de inversiones directa hacia la región, Argentina captó apenas el 5% del total (10 veces menos de lo que recibe Brasil y un tercio de lo que recibió Colombia el último año). Por esos motivos, más temprano que tarde quien suceda a CFK deberá encarar una negociación definitiva con los Holdouts y liberar el acceso al financiamiento externo en un marco de correcciones graduales de los desequilibrios macroeconómicos.

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