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GANANCIAS PARA LAS PROVINCIAS

El bajo nivel de actividad genera un impacto cada vez mayor sobre las finanzas públicas, no sólo a nivel nacional sino también provincial. La recaudación hace un año y medio que no crece en términos reales y las provincias son cada vez más dependientes de la desactualización del impuesto a las ganancias.

Concretamente, en el primer semestre la recaudación impositiva no creció en términos reales. El menor nivel de actividad y la mala performance de las exportaciones se reflejó en la caída de los ingresos por IVA (-3%) y por retenciones (-25%). Esta reducción fue compensada en parte por el crecimiento en seguridad social (+2%) y especialmente por ganancias (+9%).

¿Cómo impacta el estancamiento sobre las transferencias a las provincias? Veamos; un cuarto de lo recaudado por el Estado Nacional se destina a los gobiernos locales. Dado que los impuestos al comercio exterior no se coparticipan, la recaudación que se dirige a las provincias crece 3,5%, recuperándose de la caída del año pasado (-1,6%).  La explicación pasa por el mayor dinamismo en ganancias, frente a la caída en el IVA. Ambos impuestos abarcan el mayor volumen de la masa coparticipable. Así, el peso de los ingresos fiscales por ganancias es cada más importante; mientras en 2011 era equivalente a tres cuartas partes de la recaudación por IVA, hoy llega al 90%.

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El menor nivel de actividad también impacta sobre la recaudación de impuestos provinciales. Ingresos brutos, el principal componente de los ingresos, cae 5% en términos reales. Hay cierta compensación desde los impuestos menos dependientes del nivel de actividad (patentes, sellos, inmobiliarios), de modo que la recaudación provincial logre crecer en línea con la inflación.

A su vez, las provincias se ven beneficiadas por un aumento en las transferencias discrecionales del Tesoro. De hecho, en lo que va del año éstas crecieron 15% en términos reales, recuperándose de la caída de 2% del año pasado.

Las transferencias del sector público no sólo siguen una lógica política sino también buscan compensar los desequilibrios propios de una estructura productiva heterogénea. Por ejemplo, en Neuquén, dado el impulso dado por Vaca Muerta, la recaudación crece, en términos reales, 5%; mientras que en Santa Fé, por caso, donde el sector agrícola tiene una gran incidencia,  cae 3%.

Las provincias están en un frágil equilibrio fiscal. Por un lado, sus ingresos coparticipables dependen cada vez más del retraso en la actualización del impuesto a las ganancias. A su vez, el esquema de mayor presión fiscal se replica al interior de cada provincia frente a una actividad económica en dificultades. Finalmente, en ese escenario aumenta la dependencia de las transferencias discrecionales del Tesoro Nacional.

Las diferencias en la recaudación provincial se reflejan en la autonomía de cada gobernación respecto de las transferencias nacionales. A mayor independencia, más fácil desacoplarse de los vaivenes de las finanzas públicas. Así, mientras en Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Buenos Aires menos de 50% de los ingresos dependen de la Nación, en provincias como Santiago del Estero, Chacho y Formosa las transferencias del Tesoro representan 90% de los ingresos. La diferencia no pasa por un mejor sistema de recaudación sino la productividad de cada región. Integrar productivamente a la Argentina sigue siendo una materia pendiente.

Así las cosas, la próxima administración se encuentra frente al doble desafío de mejorar las finanzas públicas sin deteriorar la situación socioeconómica de las provincias; el mayor porcentaje de los gastos provinciales se destina a los salarios públicos. La única posibilidad de corregir las cuentas fiscales, modificar las escalas del mínimo no imponible y no ahogar financieramente a las provincias es retomar la senda del crecimiento.