Analytica

SHOCK

Tras la primera vuelta, el panorama político y económico cambió. Pese a que falta definir quién será el sucesor de CFK, en el plano económico ya no existe margen para mantener la política económica actual. El deterioro macroeconómico, obliga a cambiar de rumbo para evitar una crisis. Ahora el foco no es el “qué” sino el “cuándo” y el “cómo” se ejecuta los cambios. Nada más y nada menos.

El cambio de escenario político mejoró las perspectivas financieras de mediano plazo para la economía local y eso se refleja en el rally alcista que tuvieron los activos argentinos en la última semana, destacándose la evolución del riesgo país que perforó la barrera de los 500 puntos básicos (el nivel más bajo desde enero de 2011). “El mercado” compró que el cepo se levanta en 1 día y descuenta que el próximo gobierno encarará una agenda de ordenamiento macroeconómico, mayor apertura financiera para conseguir dólares frescos y recomponer el balance del Banco Central, bajar la inflación, legitimar al INDEC, etc.

Pero hay un elemento que parece estar escondido en el análisis: ¿cómo podrá el nuevo gobierno administrar el ajuste de los precios relativos? No parece un dato menor pues, como lo venimos sosteniendo, la devaluación del tipo de cambio oficial no está descontada en los precios. Abrir el cepo indefectiblemente generará un ajuste en el tipo de cambio oficial. ¿Cuánto? nadie puede precisarlo aún, aunque la historia argentina marca que siempre que se liberó un tipo de cambio intervenido, el precio oficial converge al libre. ¿Cuál es el precio libre relevante? Siendo optimista, el que se negocia en la bolsa, dólar MEP o Contado contra Liquidación que actualmente cotiza alrededor de $13,50. En diciembre el número mágico puede ser otro; habrá menos reservas y gran cantidad de pesos emitidos sin respaldo, por lo que no está claro que el tipo de cambio de “equilibrio” se ubique en estos niveles.

El principal problema con que se encontrará en nuevo equipo económico es que las reservas internacionales son muy pocas para tamaño ajuste. Las cuentas externas no sólo tienen un problema de stock, sino que lo más grave es la dinámica que están mostrando los flujos. De hecho, desde la última semana de julio hasta las elecciones el BCRA tuvo que vender casi USD6.000 M (USD100 por día) dado que con la caída de las exportaciones y el nulo ingreso de capitales no hay restricción a las importaciones que pueda evitar el saldo negativo para el BCRA. Además de este contexto en el mercado cambiario, el BCRA también sintió la cancelación del Boden 2015 por USD4.600 M netos. Habiendo consumido todo el swap de China (USD11.300 M) las reservas internacionales volvieron a caer por debajo de los USD27.000 M, siendo el peor mes desde el pago al FMI en enero de 2006.

En la última semana, la situación se agravó. Disparadas las expectativas de devaluación, la oferta de los exportadores cayó notoriamente. De hecho, de acuerdo al CIARA en la última semana el agro liquidó apenas USD192 M, 36% menos que antes de las elecciones. Si bien el BCRA volvió a recortar el cupo a los importadores, no alcanzó para revertir la posición vendedora de más USD100 M en el mercado de cambios. Como si fuera poco, la presión también se siente en el mercado a futuros: la cantidad de contratos se multiplicaron en los últimos meses: mientras que en junio había USD 3.200 “posiciones abiertas” el martes último ya alcanzaban a casi USD12.000 M (sólo contando el Rofex). A modo de ejemplo, supongamos que el BCRA decide en diciembre hacer una política de shock que apunte a cerrar la brecha entre el dólar oficial y el paralelo. Supongamos que en ese entonces se mantenga en los valores actuales ($16). Dado la cantidad de contratos que existen, implica que el BCRA deberá afrontar la diferencia entre el valor de mercado y el pautado en cada contrato. En resumidas cuentas, con la cantidad de posiciones abiertas que están negociadas implicaría un costo de algo más de $57.000 M que se deberán afrontar el mismo día.

En paralelo a la devaluación deberíamos observar una significativa suba en las tasas de interés para contener la gran cantidad de pesos que hoy están en depósitos a plazo fijo. De hecho, previo al cepo la participación de los plazo fijo en pesos del sector privado en los depósitos totales rondaba el 33% y hoy se ubica por encima del 45%. Esto implica que en una situación normal, los depósitos a plazo en moneda local podrían caer en al menos $100 MM, lo que podrían generar una demanda adicional de al menos USD7.000 M. Como si esto fuera poco, en diciembre la emisión de pesos aumenta notablemente debido a que es el mes más pesado para financiar al Tesoro.

Ante este panorama, si bien parece un hecho consumado, no está claro que sea una transición tranquila. La política económica vendió shock y el mercado compró. Por más que se debata cuánto es el traslado a precios de la devaluación, es sabido que el impacto se sentirá en los precios, elevando la inflación actual de 30% a un rango de entre 40% y 50%. La clave estará en cuánto financiamiento externo podrá lograr el próximo gobierno para que las reservas empiecen a subir. Esta es clave: administrar los costos políticos de un shock que implica en una primera etapa aceleración inflacionaria, caída del salario real y baja del consumo. Habrá que pasar la tormenta para poder comenzar a capitalizar las oportunidades que tienen la Argentina.

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