Analytica

COSTOS DE UN CAPRICHO

Mantener el dólar oficial en los niveles actuales ($ 9.60) acelera la pérdida de reservas ante la expectativa de un próximo ajuste cambiario en el nuevo gobierno. La oferta de divisas se derrumba y la demanda aumenta, tendencia que podría acelerarse tras el balotaje del domingo. La pérdida no sólo es persistente sino también creciente. A partir del 23 de noviembre, quien resulte electo deberá dejar los spots de campañas y mostrar sus planes para una difícil sucesión. Con muy escasas reservas líquidas, la clave de los próximos 20 días pasa por la confianza y el financiamiento que se puedan generar.

Finalmente, el gobierno saliente mantuvo el ritmo de devaluación en torno al 1.3% mensual y llega al balotaje habiendo evitado un salto devaluatorio brusco. Puede decirse objetivo cumplido. Si bien la estrategia fue útil para contener la inflación no hizo más que empeorar los fundamentals y el sector externo, dado que los precios de las materias primas sufrieron una fuerte caída, las monedas de nuestros socios comerciales se devaluaron y Brasil profundizó su recesión. Conclusión: el peso siguió perdiendo competitividad, las exportaciones profundizaron  su caída y se agudizó el faltante de dólares en el mercado cambiario. Como lo venimos destacando en distintos Analyticos, la Argentina tiene un problema de stocks (muy pocas reservas) pero más importante aún, de flujos. Por caso, de acuerdo a nuestras estimaciones en 2015 la cuenta corriente del balance de pagos finalizaría con un déficit en torno a los USD20.000 M.

Así las cosas, la política de “flotación administrada” del BCRA resulta cada vez menos efectiva dada la evidencia que genera que el tipo de cambio oficial actual no es el de equilibrio e incluso, de no mediar modificaciones, la situación podría derivar en una nueva crisis de balance de pagos. La dinámica del resultado del mercado cambiario va al ritmo del calendario electoral. De hecho, en las dos semanas previas a las PASO (entre el 26 de julio y el 7 de agosto), el BCRA debió vender a razón de USD100 M por día; desde el 9 de agosto hasta las elecciones generales del 25 de octubre, logró amortiguar la pérdida a USD70 M por día. El inesperado resultado de octubre y el balotaje fueron “letales” para el BCRA, pues ante el nuevo escenario las expectativas de devaluación se dispararon y la venta diaria de divisas subió a USD130 M, incluso acelerando a USD180 M en la última semana. Está claro que sin superávit comercial, con déficit en la cuenta corriente y un significativo deterioro en su balance, el Central no tiene poder “disciplinador” de expectativas. No logra convencer que puede mantener la política cambiaria y entonces las expectativas se retroalimentan: la oferta de divisas se derrumbó (en la última semana las cerealereas liquidaron apenas USD23 M por día, la peor semanas  de la década) mientras que, pese a las crecientes limitaciones para los importadores, la demanda es cada vez más firme.

Así las cosas, la “flotación administrada” le cuesta al BCRA más de USD7.500 M en apenas tres meses; ello repercute sobre el stock de reservas, que bajaron de USD34.000 M a USD26.200 M, la caída más abrupta desde que se canceló la deuda con el FMI en enero de 2006. La situación no es peor porque en igual período los pagos netos de deuda pública por USD5.000 M fueron compensados por USD3.100 M del swap con China y otros ingresos por USD1.700 M (operaciones Repo con otros bancos Centrales). El costo es notorio y deja al próximo gobierno en una situación muy frágil para corregir el atraso cambiario acumulado en los últimos años.

Faltan 16 jornadas hábiles para que asuma el próximo gobierno. Parece poco pero para el mercado cambiario serán eternos. Nadie querrá liquidar divisas a este tipo de cambio y hay  fuertes incentivos para acelerar la demanda. Las reservas seguirán cayendo hasta que quien resulte electo el domingo muestre sus cartas para modificar el rumbo. La voluntad de “devaluar lo menos posible” dependerá de la capacidad para generar un shock de confianza lo suficientemente intenso para convencer a los exportadores de liquidar y al mismo tiempo disuadir la salida de capitales. Salir del “capricho” de Axel de planchar el dólar requiere asumir riesgos importantes.

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