Analytica

FERTILIZAR

Los brotes verdes necesitan fertilizantes. El éxito de la desinflación se contrapone con una actividad que no logra repuntar. Los primeros indicadores de octubre dan señales que el consumo se mantiene estancado, que la construcción no despega y que el crédito a empresas sigue en caída. El punto de partida debería ser una baja más agresiva en la tasa de interés y poner primera en la obra pública.

Concretamente, uno de los principales objetivos del plan económico es bajar la inflación hasta el 5% anual en 2019. Desde su óptica es una condición necesaria para una mejor asignación de recursos, impulsar la inversión y reducir la volatilidad del nivel de actividad. A diferencia de gestión kirchnerista confía en alcanzar la meta a partir de un BCRA independiente cuyo único y principal objetivo es lograr la estabilidad de precios. En este contexto, la política monetaria juega (y jugará) un rol central, utilizando la tasa de interés como instrumento “disciplinador”.

Como hemos destacado en informes anteriores, tras un primer semestre de reacomodamientos de precios relativos, el gobierno logró desinflar los precios. De hecho, mientras que entre enero y junio el IPC Nacional (medido como un promedio ponderado del índice de Capital Federal, Córdoba y San Luis) subió a razón de 3.8% por mes, en el tercer trimestre lo hizo al 1.1% mensual. Si bien es cierto que parte de este resultado lo determinó el retroceso en los ajustes de tarifas de gas, analizando el IPC core se observa la misma tendencia a la desinflación, con los precios subiendo 1.5% por mes. En este contexto, además de la política de tasas de interés que aplicó el BCRA, la estabilidad del tipo de cambio (como así sus perspectivas) jugó un rol central de contención de las expectativas inflacionarias. Estimamos que en octubre el IPC tendrá un alza superior que en los meses previos por la reconfiguración de las tarifas de gas aunque no lo vemos como un punto de inflexión, previendo que en noviembre y diciembre retome el rumbo bajista.

Ya enmarcado en un programa de Metas de Inflación, el BCRA estableció que su meta para 2017 es que los precios minoristas no suban más de un 17%. Si bien parece un desafío luego del casi 40% que marcaría este año, no resulta muy alejado de la dinámica que está mostrando el IPC que, como señalamos previamente, viene subiendo en torno del 20% anualizado. Pese a estas perspectivas el BCRA no mueve la tasa de interés desde el 20 de septiembre pasado, amparándose en que el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) estimando una inflación que se ubica por encima de la meta (en torno de 20%).

En un contexto de excedente de dólares y de estabilidad cambiaria, las bondades de la política monetaria no llegan a las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES) dado que estas no acceden al financiamiento en moneda extranjera como sí lo pueden hacer las empresas grandes. Las Pymes sufrieron, fundamentalmente en el primer semestre del año, un efecto de pinzas que castiga su posibilidad de crecimiento: las ventas se redujeron sensiblemente y el costo de financiar capital de trabajo se disparó.  Este lastre sumado a la anemia en la demanda es uno de los principales condicionantes para el despegue de estas empresas.

La dinámica es particularmente compleja para las empresas proveedoras de sector industrial y de la construcción. Respecto a este último, la situación se agrava por otros dos motivos. En primer lugar, con expectativa de tipo de cambio estable, con este nivel de tasas de interés en pesos, el retorno en dólares es muy tentador, lo cual limita la puesta en marcha de varios proyectos inmobiliarios. Por otro lado, el sector está padeciendo la demora en la ejecución presupuestaria de la obra pública (en los primeros nueve meses sólo se ejecutó 48% de lo presupuestado) lo que implicó una caída de más de 20 pp en términos reales. Todo esto se reflejó en los indicadores de la actividad de la construcción de octubre en el que tanto los despachos de cemento como el índice construya no lograron sostener los “brotes verdes” que habían mostrado entre agosto y septiembre y volvieron a caer.

Así las cosas, con la demanda interna debilitada, no sólo será la baja de la inflación lo que reactive a la economía, sino que también se requiere una combinación de política monetaria menos restrictiva y acelerar la ejecución presupuestaria de la obra pública.

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