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INFLACIÓN MÁS ALTA Y MENOS ESTABLE

Pese a la recesión, al anclaje del tipo de cambio desde enero y a la moderación en la expansión monetaria, la inflación no detiene su marcha; en julio volvió a acelerarse. El encarecimiento de la economía, con la consiguiente pérdida de competitividad, es un problema que se agrava por la reciente baja en los precios de las materias primas, por la falta de crédito externo y por el acotado nivel de las reservas internacionales,.

Concretamente, en julio la inflación volvió a acelerarse al marcar un alza superior al 2.5%, acumulando un incremento de 27%, casi lo mismo que todo 2013. La performance del último mes le pone fin a la desaceleración que se venía registrando desde marzo tras la fuerte suba de enero y febrero por el shock de devaluación, los ajustes de algunas tarifas de servicios públicos y del “efecto Moreno”.

Pero mientras la inflación siguió subiendo, el BCRA prácticamente no tocó el tipo de cambio. De hecho, desde el salto devaluatorio de fines de enero hasta el 31 de julio el peso subió apenas 2%, diez veces menos que los precios, con lo que se diluyó la ganancia en competitividad de principios de año -medida con el tipo de cambio real-. La buena noticia fue que en el mismo período, tanto el real brasileño como el euro se apreciaron lo cual moderó la la pérdida del tipo de cambio real Multilateral que aún muestra una leve mejora respecto al año pasado.

La pérdida de competitividad  agudiza los problemas de la restricción externa, en especial afecta la industria, principal demandante de divisas. Concretamente, en los últimos 12 meses el saldo comercial marcó un superávit de USD6.000 M gracias al agro que aportó 28.000 M mientras que la energía tuvo un rojo de USD5.500 M y la industria -pese a las trabas a las importaciones- tuvo déficit récord de USD14.000 M.

En lo que resta del año, con menor oferta de divisas del agro, sin ingreso de financiamiento externo y con mayores pagos de deuda del sector público, la presión sobre el tipo de cambio e inflación volverán. En un contexto de demanda neta de moneda extranjera, aumentará la presión sobre el tipo de cambio, pues de lo contrario el BCRA debería vender más divisas. A esto se suma la mayor emisión monetaria prevista para financiar el déficit fiscal. Así, esperamos que en los próximos meses aumente el ritmo de devaluación y se acelere la expansión monetaria, presionando aún más sobre la inflación que tendrá un piso de 2% por mes.

Vemos así que estamos lejos de resolver el principal problema que presenta la economía. Mientras que hace un tiempo preveíamos con que con “sintonía fina” el gobierno podría ir moderando la escalada de precios, ahora simplemente nos “conformamos” con que no suba mucho más del 40% i.a. Si no lo logra, la dinámica inflacionaria tomará un rumbo difícil de torcer.

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