Analytica

LA CONFIANZA NO ES CIEGA

La demora en las paritarias y el debate por el impuesto a las ganancias es un debate que trasciende a la transición. El factor común en este contexto es la inflación y la falta de un plan creíble para combatirla. Ni empresarios ni trabajadores creen que la estabilidad cambiaria lograda en los últimos meses puede durar por mucho tiempo más. Mucho menos apuestan a una fuerte recuperación del nivel de actividad. La falta de confianza es el principal pasivo que tiene la transición y que deberá enfrentar –y resolver- el próximo gobierno para salir de la estanflación. No será ni fácil ni rápido, pero si es urgente hacerlo.

Concretamente, las negociaciones paritarias se complican cada vez más y el plan reactivador del consumo que trazó el gobierno para llegar a las elecciones se hace esperar. El planteo del gobierno no está mal: coordinar las subas salariales es un mecanismo lógico para moderar las expectativas inflacionarias. El problema es el “pecado original” debido a la falta de consistencia y credibilidad que tiene la política económica en los últimos años. Así, tras el salto inflacionario de principios del año pasado derivado de la devaluación y cierto ajuste de tarifas, el poder de compra de los salarios cayó más de 5 pp -la segunda peor performance de la década luego de la que tuvieron en 2009 en plena crisis internacional- con destrucción de empleos (ver Analytico #307 “Perdiendo Empleo”). Con esta situación en la agenda, los sindicatos no sólo buscan que los salarios le ganen a la inflación, sino que también esperan recuperar parte de lo que perdieron el año pasado. A esto se suma la mayor presión impositiva por la no actualización del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias. Del otro lado del mostrador, los empresarios  temen a que, en una economía que no crece, el incremento de los costos deteriore la rentabilidad del sector.

Se avecinan duras negociaciones: con los sindicatos reclamando ajustes muy por encima del 30% y con los empresarios ofreciendo un piso del 22%, estimamos que se llegue a un consenso con subas en torno al 27% anual (ver Analytico #313 “Un Piso para la inflación, un techo para las paritarias”).Alcanza? Claramente el éxito o no de las negociaciones dependerá de la evolución que tengan los precios en lo que resta del año y si el plan reactivador del gobierno con atraso cambiario y congelamiento de tarifas puede perdurar por más de un año. ¿Podrá bajar la inflación bajar lo suficiente para que el salario recupere poder de compra y reactivar el consumo?

Veamos. En abril la inflación volvió a mostrar un alza del orden del 2% acumulando un incremento del cercano al 27% en los últimos doce meses. Si bien la evolución interanual marca un camino descendente desde el pico del 40% de septiembre del año pasado, aún con un tipo de cambio nominal que no sube más de 1% por mes, caída de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo, con las tarifas de los servicios públicos sin cambios y con la actividad estancada, la inflación no logra bajar del 2% por mes (ó 27% anualizada). Suponiendo que continúe con esta dinámica hasta las elecciones el repunte que tendría el poder de compra de los salarios sería sólo por el retroactivo por la demora en acordar. Así, la reactivación del consumo sería muy acotada.

Mientras tanto, los problemas de fondo se seguirán acumulando. Con el tipo de cambio subiendo la mitad que los precios el atraso cambiario se gravará y continuará limitando las exportaciones que este año caerán por cuarto año consecutivo agravando la falta de divisas. Una corrección gradual del tipo de cambio será inexorable y apuntamos a una devaluación oficial no menor al 35% en 2016, más del doble a la de este año. Por otro lado, pese a lo cuidadoso que se muestra el ministro Kicillof negando la actualización del mínimo no imponible, las cuentas públicas muestran un notable deterioro: con ingresos subiendo en torno al 25% i.a. y con el gasto que no baja del 40% i.a., este año el déficit fiscal será récord y con ello la asistencia del BCRA volverá a rozar el límite de lo permitido por la Carta Orgánica. De hecho, pese a las emisiones de deuda que realizó el Tesoro, la “maquinita” sigue a pleno y con ello la base monetaria cerró abril con un alza del 33% i.a. 10 pp que un año atrás. Más temprano que tarde, la inflación acusará recibo y volverá a tomar envión.

Vemos así que la economía está sintiendo los efectos nocivos de la inflación alta. Más de siete años con subas de precios de dos dígitos requieren encarar el problema de manera urgente para retomar la agenda del crecimiento y evitar que las correcciones se lleguen tras un shock de precios relativos. Restablecer la confianza con un programa económico integral, coherente y política y socialmente viable deberá ser la prioridad de “la sucesión”.

garf1