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LAS CONSECUENCIAS DE UN DEFAULT

El default acecha. A punto de cumplirse los 30 días de “alargue” del vencimiento del cupón del discount, el gobierno no logró llegar a un acuerdo con los holdouts y todo indica que la deuda pública Argentina entrará nuevamente en cesación de pagos y con el riesgo de desacato de la justicia americana. El default sería una pésima noticia para un gobierno que desde hace un año viene haciendo buena letra para volver a los mercados financieros internacionales. Con el default se aleja aún más la posibilidad que ingresen capitales para suavizar la caída de las reservas internacionales y con ello volverá la presión sobre el tipo de cambio y las tasas de interés. En definitiva, será el nivel de actividad la que pagará el costo con una mayor recesión y más presión inflacionaria.

Concretamente, desde mediados del año pasado los problemas de la restricción externa se hicieron cada vez más evidentes. La fuerte caída del saldo comercial, sumada a la continua salida de capitales que operaba en el mercado cambiario –a pesar del cepo- y a los pagos de deuda del gobierno se llevó un tercio de las reservas internacionales que en enero último cayeron hasta los USD27,000 M. Claramente era un camino inviable y ponía en serio riesgo la transición al 2015. Con este panorama, el gobierno en menos de un año avanzó en temas pendientes que había negado durante toda la gestión. Así llegaron algunos acuerdos con el CIADI, se acercó al FMI con la publicación de un nuevo índice de precios, le pagó a Repsol por la estatización de YPF y acordó con el Club de Paris un nuevo esquema para cancelar la deuda. Entre todo esto, devaluó fuerte y subió las tasas de interés. El objetivo era claro: había que hacer los deberes porque con el saldo comercial en baja por la caída de las exportaciones, sin acceso al financiamiento externo sería el nivel de actividad la encargada de lograr el equilibrio del mercado cambiario pero a costa de una recesión.

Pese a lo complicado del comienzo de año, se logró una Pax Cambiaria y de la mano de la liquidación de soja y algo de ingreso de capitales destinado a vaca Muerta permitieron detener el drenaje de las Reservas internacionales que lograron un leve repunte hasta los USD29,000 M. Más no se podía esperar, pues con el resto de las exportaciones en caída y sin ingreso fluido de capitales, el BCRA puede acumular sólo si limita la demanda por importaciones.

¿Cómo estábamos previo al default? Ingresamos a la segunda mitad del año en la que los vencimientos de deuda del sector público son mucho mayores, pues hasta fin de año -sin contar los pagos a los holdouts- hay que pagar USD4,300 M en tanto que el saldo del mercado cambiario, gracias a la caída de las importaciones que le aporta la recesión, llegaría a USD3,000 M. Las cosas se complicarían por demás el año que viene dado que con la caída que viene mostrando el precio de la soja, la oferta de divisas del sector privado será aún menor en tanto que los vencimientos de deuda en moneda extranjera del sector público ascienden a USD13,500 M. Con esto, parece poco probable que se mantenga el equilibrio en el mercado monetario en un contexto en el que el BCRA ve caer su activo a la mitad mientras que su pasivo sigue subiendo, especialmente por la emisión para financiar al tesoro nacional.

¿Y ahora? Con el default, vemos un escenario claramente más complicado. El aumento del riesgo país y la mayor incertidumbre limitarán aún más el ingreso de financiamiento externo mientras que la oferta de los exportadores caería aún más porque se complicará la prefinanciación. El resultado será mercado cambiario más deficitario que presionará sobre las reservas internacionales. Como el BCRA no podrá seguir perdiendo reservas, el resultado será un ritmo de devaluación más acelerado. Las expectativas de devaluación que venían “tranquilas” volverán a tensionarse trasladando la presión al mercado paralelo, ampliando la brecha con el tipo de cambio oficial. Con el mayor movimiento que presente el tipo de cambio, los precios volverán a estar bajo presión y la inflación terminará el año por encima del 40%.

El empeoramiento de las expectativas también tendrá su impacto en el mercado monetario afectando la dinámica de los depósitos en pesos del sector privado lo que volverá a presionar sobre las tasas de interés y con ello el crédito al sector privado volverá a estar limitado.

En definitiva, el default no hace otra cosa que empeorar aún más las cosas en una economía que atraviesa un ciclo recesivo con inflación muy alta. Todos los esfuerzos por normalizar la relación con los mercados no darán los frutos hasta que Argentina definitivamente resuelva su situación con los acreedores. Mientras ello no ocurra, será la caída en el nivel de actividad quien se encargue de evitar una crisis de balance de pagos que ponga en serio riesgo la transición.

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